Salud

Cuidado de la salud de niñas, niños, adolescentes y adultos mayores

El cuidado de la salud de las niñas, niños y adolescentes (NNA) se realiza principalmente asegurando la periodicidad de los chequeos médicos con pediatras y especialistas en adolescencia. En estos controles, los profesionales evalúan el estado físico del paciente y aspectos vinculados como su crecimiento, desarrollo neurológico, alimentación, vacunación, hábitos de sueño, actividad física, lesiones prevenibles, cuidado del cuerpo, y todos los temas que este o el adulto responsable quieran consultar.

Los controles de salud se realizan en intervalos variables, según la edad. En el período neonatal, habitualmente se controlan entre las 48 hs. y los 7 días post alta de internación conjunta. En la infancia, el pediatra determina cada cuánto controlar a cada niña/o”, explica el Dr. Sergio Fantin (MN 107447), coordinador Médico de Pediatría del Sanatorio Finochietto.

De todas maneras, se puede establecer una guía orientativa según la edad:

  • Los pacientes de 0 a 6 meses deben visitar a su pediatra mensualmente.
  • Entre los 6 y los 12 meses, el control es bimestral.
  • Desde los 12 a los 18 meses, concurren cada 3 meses.
  • A partir de los 18 meses y hasta los 6 años, las consultas se realizan cada 4 a 6 meses.
  • Por último, desde los 6 años el control se realiza una vez al año.

Adolescencia & pubertad

La adolescencia es el período de transición entre la niñez y la adultez, e incluye una gran cantidad de cambios físicos, sexuales, cognitivos, sociales y emocionales. “Entender qué se puede esperar en las distintas etapas puede promover un desarrollo saludable durante toda la adolescencia y principios de la adultez”, apunta el Dr. Fantin.

Si bien no existe una edad universal en que este período comienza y termina en todos los individuos, se establece de manera orientativa que es la etapa de la vida entre los 10 y los 21 años aproximadamente. De forma esquemática y teniendo en cuenta diferentes características físicas y emocionales, se divide en 3 períodos:

– Adolescencia temprana (10-14 años)

– Adolescencia media (14-17 años)

– Adolescencia tardía (17-21 años).

De todas maneras, existen distintas clasificaciones, y en algunas de ellas se discute si la preadolescencia (8-10 años) y la adultez joven (21-24 años) también deberían considerarse parte de este período transicional.

“Por su parte, el término pubertad se refiere a los cambios físicos que se producen en el pasaje de la niñez hasta adquirir la capacidad reproductiva. Estos cambios físicos habitualmente suceden entre los 9 y los 14/16 años en las niñas, y entre los 10 y los 15/17 años en los niños. Esto quiere decir que los cambios físicos puberales coinciden temporalmente con la adolescencia temprana y el comienzo de la adolescencia media”, subraya el Dr. Fantin.

Transición de la atención pediátrica al médico de adolescencia y al médico clínico

Habitualmente, el pasaje de la atención de un pediatra al médico de adolescencia se considera desde que comienzan los cambios puberales en la niña o el niño. De todas maneras, se consensúa entre ambos profesionales, el paciente y su familia. Como toda transición, debe entenderse como un proceso en el que, temporalmente, pueden coexistir la atención con pediatra y hebiatra. Esto se prolonga, generalmente, hasta que el adolescente y el especialista en adolescencia hayan establecido un vínculo médico-paciente adecuado.

Si bien los médicos especialistas en clínica médica atienden pacientes desde los 16 años, habitualmente, estos realizan el seguimiento con un especialista en adolescencia hasta los 21 años. Nuevamente, en esta etapa, puede haber un período en el que se requiera consulta con ambos profesionales.

“En los controles de salud, tanto el pediatra como el especialista en adolescencia, guiarán a sus pacientes sobre si deben o no hacer otro tipo de consulta o examen complementario”, añade el Dr. Fantin.

–          En los primeros meses de vida, se realizan de manera rutinaria controles auditivos, oftalmológicos y ecografía de caderas.

–          En los siguientes años, se repiten algunos estudios, según antecedentes de cada NNA y las recomendaciones de las sociedades científicas. Se realizan consultas con odontopediatría y oftalmología en forma periódica. Controles de laboratorio, cardiológicos y/o con otros especialistas pediátricos pueden ser solicitados por el profesional médico de cabecera, según la evaluación de distintos ítems de la consulta médica.

Cuidado y contención de adultos mayores

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera adultos mayores a todas las personas con más de 60 años. A pesar de ser un fenómeno natural conocido por todos, es difícil aceptarlo como una realidad innata a todo ser.

Son múltiples y variadas las afecciones más comunes en la vejez, entre ellas: la pérdida de agudeza visual, la hipoacusia, los dolores de espalda/lumbalgias, la osteoartritis, las neumopatías obstructivas crónicas, la diabetes, la depresión y la demencia.

“Hay que tener en cuenta que, a medida que se envejece, aumenta la probabilidad de coexistencia de varias de estas entidades al mismo tiempo, dando lugar a estados de salud más complicados, habitualmente llamados síndromes geriátricos o pacientes pluripatológicos complejos. Por lo general, son consecuencia de múltiples factores subyacentes tales como como la fragilidad, la sarcopenia (o pérdida de masa muscular corporal), la incontinencia urinaria, las caídas, los estados confusionales/delirantes, la polimedicación (o polifarmacia) y las úlceras por presión”, explica la Dra. Andrea Landucci (MN 113652), que se desempeña en el Sanatorio Finochietto.

Los cambios que se producen a medida se envejece, hacen que las personas sean vulnerables y susceptibles de llegar a algún nivel de dependencia, existiendo numerosas estrategias para integrar sus cuidados adecuados. Por ejemplo, intentar mantener lo máximo posible el principio de autonomía para las actividades de la vida diaria, respetar la dignidad de la persona mayor, otorgar, en la medida de lo posible, atención personalizada; y promover la calidad de vida y estilos de vida saludables tales como:

  • Intentar mantener lo máximo posible el principio de autonomía para las actividades de la vida diaria
  • Respetar la dignidad de la persona mayor
  • Otorgar, en la medida de lo posible, atención personalizada
  • Promover la calidad de vida y estilos de vida saludables:

–       Alimentación saludable (estimular el apetito por diferentes medios, asegurándose el uso de dentaduras correspondientes si así lo requirieran, ofreciendo alimentos con valor nutritivo adecuado)

–       Correcta hidratación (considerar que muchas veces se pierde la sensación de sed)

–       Actividad física rutinaria, mejorando así los siguientes aspectos: resistencia, fuerza, equilibrio, elongación

–       Fomentar la socialización y el uso del tiempo libre

–       Establecer rutinas/ordenamiento de actividades diarias

  • Conocer las características del envejecimiento y las enfermedades más prevalentes en personas mayores, con sus respectivos tratamientos generales y farmacológicos específicos. Manejo de diferentes medicamentos y conocimiento de sus interacciones/efectos adversos
  • Prevenir situaciones de riesgo como caídas: evitar alfombras/felpudos, utilizar calzados adecuados, pisos antideslizantes, usar pasadores/barandas sobre todo en el baño, evaluar uso de bastón/andador si fuera necesario, usar anteojos, iluminación adecuada, evaluar riesgo con mascotas, etc.
  • Adecuar herramientas de seguridad tanto en domicilio, internación, espacios y transporte público
  • Optimizar la comunicación:

–       Ambiente adecuado/reducir ruidos de fondo

–       Asegurar el uso de anteojos y audífonos apropiados si se necesitan

–       Comunicarse a la altura de la persona, con trato respetuoso y cálido, utilizando oraciones cortas/directas, y repetir o explicar las veces que sea necesario

–       Adecuar el uso de los dispositivos electrónicos a sus necesidades

–       Facilitar trámites en general (tanto en el ámbito médico como en otros)

–       Brindar educación continua sobre todos estos aspectos a familiares/cuidadores

  • Cuidar al que cuida. Quienes asumen la tarea del cuidado saben que la significación que trae consigo el cuidado no es sólo para la persona cuidada sino también para el cuidador mismo. En esta colaboración, el equipo de salud tiene un rol fundamental, bajo 2 pilares: por un lado, entregar conocimientos y competencias que mejoren la calidad del cuidado y, por otro, entregar un soporte emocional y empático a quienes cuidan.

“En el Sanatorio Finochietto poseemos estrategias de cuidado institucional, tales como         generar un clima de contención cálido para el paciente, su familia y cuidadores; garantizar condiciones de seguridad en todos los ámbitos de la institución, como en los diferentes procesos que se desarrollan en ella (ej: prescripciones médicas, procedimientos quirúrgicos, traslados intersectoriales, durante estadía en el área de internación, etc.); enriquecer la comunicación, tanto con el paciente como con su familia, buscando las herramientas necesarias para lograr que esta sea efectiva; brindar entornos propicios, tanto físicos como sociales, que faciliten que las personas puedan llevar a cabo actividades importantes para ellas, a pesar de la pérdida de facultades; y asegurar una respuesta de salud integral, a fin de atender las enormes diferencias que existen en las experiencias y necesidades de las personas mayores”, enfatiza la Dra. Landucci, quien insta a cuidar a los adultos mayores porque “su salud y bienestar dependen de nosotros”.

Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial

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