La madre de todas las ciudades rusas por Jorge Elías
Putin ve a Kiev como la ciudad más importante de Rusia y a Ucrania, la segunda república más poderosa de la Unión Soviética, como parte de sus dominios
Tensión: desplazamientos militares en las fronteras de Ucrania
Pocas veces Ucrania estuvo en el foco de los conflictos internacionales, excepto cuando Rusia decidió arrebatarle la península de Crimea, en 2014, y comenzó a incitar y armar a los separatistas de la región sudeste de Donbas. Por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial un Estado se apropió del territorio de otro en Europa o, en ese caso, en el límite difuso entre los dominios de la Unión Europea y los retazos de la antigua Unión Soviética. Fue la guerra más sangrienta desde las balcánicas de los noventa: murieron más de 14.000 personas.
Rusia amenazó varias veces a Europa con cortarle el gas en respuesta a las sanciones mientras esgrimía la defensa de los suyos en la región ucraniana llamada Novorossiya (Nueva Rusia), partidaria de la secesión. En papel mojado se convirtieron los acuerdos de Minsk, negociados por Francia y Alemania en 2015, para exigir el cese fuego, el retiro de las armas pesadas y el control de Ucrania sobre su frontera con Rusia, así como elecciones locales y un estatus político especial para algunas regiones.
La frontera entre Rusia y Ucrania nunca dejó de ser caliente. Más aún con el desplazamiento de un contingente militar ruso estimado en 100.000 soldados desde finales de 2021 y, cual amenaza de otra guerra, los ejercicios conjuntos con Bielorrusia. Su presidente, Aleksandr Lukashenko, apodado “el último dictador de Europa”, salvó su pellejo gracias a los buenos oficios de Vladimir Putin después de las protestas originadas por el fraude en las elecciones de 2020.
Siete años después del conflicto de 2014, las sanciones del bloque y de Estados Unidos contra el gobierno de Putin lejos estuvieron de amedrentarlo
Favor con favor se paga más allá de la decisión de los ucranianos, expresada en las elecciones recientes, de estar más cerca de la Unión Europea y de la OTAN que de Rusia a pesar de la corrupción persistente y de las divisiones regionales. Siete años después del conflicto de 2014, las sanciones del bloque y de Estados Unidos contra el gobierno de Putin lejos estuvieron de amedrentarlo. Una invasión rusa en gran escala, temida por Occidente, podría desencadenar la mayor crisis de seguridad desde el final de la Guerra Fría.
¿Es Ucrania un capricho de Putin? En ruso, Ucrania significa tierra de frontera; en ucraniano, patria. Era la segunda república más poblada y la más poderosa de las 15 que conformaban la Unión Soviética, así como su granero, merced a la producción agrícola, y un puntal de la defensa, incluidas la base de la Flota del Mar Negro, en Sebastopol, y buena parte del arsenal nuclear.
La ruptura, en coincidencia con la desintegración soviética en 1991, supuso el peor golpe para el coloso pretérito. El alineamiento a la Unión Europea y, sobre todo, a la OTAN representa el tiro de gracia para Rusia. Desde 2020, Estados Unidos triplicó la ayuda económica a Ucrania. La OTAN, a su vez, le concedió el estatus de aliado especial. Quedó a la altura de Australia.
La población de lengua ucraniana en Kiev lidia con la de lengua rusa en el este del país
No es la primera vez que la OTAN agrega miembros. En 2004 fueron siete. Entre ellos, las antiguas repúblicas bálticas soviéticas de Estonia, Letonia y Lituania. Cuatro años después, cuando coqueteó con Ucrania y Georgia, Putin creyó ya era demasiado. Lo consideró un acto hostil contra Rusia mientras entraba en guerra con Georgia.
La soberanía acarrea un alto costo. Sobre todo, en el difícil equilibrio entre un extremo geográfico y el otro. La población de lengua ucraniana en Kiev lidia con la de lengua rusa en el este del país. Tienen lazos familiares y culturales allende la frontera. En especial, con Moscú y San Petersburgo. Son ocho millones de personas de etnia rusa, en una población de casi 42 millones, que no le perdonan al líder soviético Nikita Khruschev haberle transferido Crimea a Ucrania en 1954.
Rusia dejó de ser el mayor socio comercial de Ucrania a expensas de China. Su intención era integrarla en la Unión Económica Euroasiática con Armenia, Bielorrusia, Kazajstán y Kirguistán. El gasoducto Nord Stream 2, que se extiende por el mar Báltico hasta Alemania a contramano de los deseos de Estados Unidos, parecía ser un atenuante y, a la vez, una advertencia. Las revoluciones de colores (naranja en Ucrania y rosa en Georgia), así como las de los tulipanes en Kirguistán, mostraron el descontento popular frente al afán de Rusia de preservar su poder y su prestigio sin recrear la Unión Soviética ni nada por el estilo.
Zelensky sucedió en 2019 a Petro Poroshenko, defensor de la integración con la Unión Europea y la OTAN
Ucrania pudo no estar en el radar internacional, pero incidió en las presidenciales de Estados Unidos de 2020. El aún presidente Donald Trump abusó de su poder cuando amenazó a su par de Ucrania, Volodymyr Zelensky, con el bloqueo de un paquete de ayuda militar que equivalía a la décima parte del presupuesto de defensa de ese país si no investigaba una presunta trama de corrupción de Hunter Biden, hijo del actual presidente, mientras era miembro del consejo de administración de la empresa de gas Burisma. Zelensky sucedió en 2019 a Petro Poroshenko, defensor de la integración con la Unión Europea y la OTAN.
Antes, en 2014, Trump debió deshacerse de uno de sus colaboradores, Paul Manafort, por haber asesorado a Víktor Yanukóvich, presidente de Ucrania cobijado por Putin. Lo depuso en ausencia el Parlamento. El polvorín desatado en la plaza principal de Kiev, Maidán, denominado Euromaidán, precipitó la anexión rusa de Crimea, vital para el control del Mar Negro y, desde sus aguas, del Mediterráneo, Medio Oriente y el norte de África. Kiev, a los ojos de Putin, sigue siendo “la madre de todas las ciudades rusas”.
Marcela Fittipaldi
Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial