Deco

Show de los muebles

Intersecciones. La familia Torei de Luca Niccheto crece. Las formas geométricas permiten combinaciones pictóricas que se alimentan de la diferencia de altura y materiales (mármol de Carrara, madera barnizada). Torei de Cassina, consultar precio.

Espacio total. Patricia Urquiola lleva la modularidad hasta el extremo en su propuesta para Gandía Blasco. Todas las piezas pueden intercambiarse para crear un espacio. Bandas, consultar precio.

Gafas de espejo. Diseño de Lapo Elkann basado en la montura bestseller 090 de su firma Italia Independent. Eye-Eye (96 o 144 cm) de Meritalia, consultar precio.

Al gusto. Patricia Urquiola combina estructura de aluminio, patas de madera, cojines y mesitas para construir un refugio. (Love Me) Tender de Moroso, consultar precio.

Actualidad. Daniel Libeskind retrata la vida moderna en una estantería interconectada. Edición de 300 unidades fabricadas en DuPont Corian. Web (1.812×1.800×370 cm) de Poliform, consultar precio.

La alfombra exigente. Tres años ha tardado en desenrollarse sobre el suelo la colaboración de Doshi Levien y Nani Marquina. Una alfombra contemporánea de motivos tradicionales. Rabari (distintos tamaños) desde 3.000 euros.

Mesa de arquitecto. De hecho, su nombre homenajea a Oscar Niemeyer. La superficie de fresno se complementa con tres piezas de piel curvadas que permiten guardar papeles. Oscar (140x60x74 cm) de Valsecchi 1918, 1.200 euros.

El sofá de Donatella. Versace pone su sello, la medusa, a un sofá en piel aterciopelada que reproduce la V en el ángulo de los brazos (que esconden cajones) y en el respaldo. Via Gesú (280x99x72 cm), desde 23.000 euros.

Aparador improvisado. Las chapas onduladas con las que millones de personas en todo el mundo construyen un hogar inspiran esta composición. Disponible en colores lisos, funciona mejor en la versión de imperfecta multitonalidad. Cada puerta se abre de forma diferente. Shanty (208x97x53 cm) de Doshi Levien para BD Design, desde 4.890 euros.
La Feria del Mueble de Milán vuelve a batir récords. Más de 350.000 visitantes confirman que es la cita imprescindible del mercado del diseño. Fuera de Serie selecciona algunas de las piezas allí presentadas, que apuestan por materiales nobles y brillos metálicos.
Que no es oro todo lo que reluce es cosa sabida, y aun con todo, poner un pie en el stand de Kartell en el Salón del Mueble de Milán invita a morder para comprobar si de verdad has hallado el tesoro. Los brillos Precious que bañaban la instalación son el orgullo de su presidente, Claudio Luti: «Hemos desarrollado esta piel metálica que recubre el plástico en cromo, dorado y sobre todo cobre, y ha gustado, así que en los próximos meses estas metalizaciones estarán en los escaparates de medio mundo». Suponemos contento al paladín cobrizo, Tom Dixon.
Las cifras de esta 53 edición vienen a confirmar lo que se sospechaba in situ: 357.212 visitantes de 160 países, 1.737 expositores, entre ellos 104 nacionales. Eso solo la feria, sin contar los mil eventos que se organizan en el Fuorisalone. «No recuerdo un salón como este», dice el presidente Luti, quien también lo es de Cosmit, el ente que organiza esta cita, la más importante del sector y que tuvo lugar entre el 8 y el 13 de abril. La incógnita es si ese éxito se traduce en ventas reales. «Mi compañía [Kartell] ha hecho un 20% más de pedidos que el año pasado. No sé las cifras de los demás, pero todos mis colegas han tenido mucha actividad», reflexiona Luti. Con esa misma sensación positiva volvió José María Milá, presidente de RED (Reunión de Empresas de Diseño) que agrupa a 40 firmas españolas. «Estamos contentos. Esta crisis nos ha obligado a salir al mundo, y si vas a Milán, el mundo viene a ti, eso es importante. Si hemos de ceñirnos a lo que vimos en la feria, la crisis ha pasado, pero luego habría que ver las ventas…», reconoce.
Según las cifras que maneja RED, en 2012 las firmas identificadas de hábitat-diseño en España (unas 180) facturaron 1.627 millones de euros; las exportaciones fueron de un 45% (732 millones de euros) y subiendo. De hecho, la mayoría de las marcas integradas en esta asociación está ahora mismo por encima del 60 y hasta el 70% de venta fuera de nuestras fronteras, bien es cierto que sobre cifras mermadas por el contexto económico. «Cuando se acabaron los años de bonanza, los que han sobrevivido es porque venden fuera. Esto no tiene vuelta atrás», opina Milá. Por su parte, Claudio Luti confirma que en el caso de Kartell ese porcentaje es del 80%.
Máscaras artísticas. Sin funcionalidad, por el puro placer de colgarlas en la pared. Jaime Hayón pone su imaginario (que en este caso bebe de las máscaras africanas, mexicanas y hasta japonesas del teatro kabuki) y Bosa, la porcelana hecha a golpe de molde y mano. Maskhayón (distintos tamaños, hasta 53 cm), entre 398 y 898 euros.

Los datos de exportación de muebles confirman la tendencia; durante 2013 las ventas al exterior se incrementaron un 15,4% respecto al volumen del año anterior. Europa, Estados Unidos, Emiratos, Sur de Asia y algún emergente son los destinos, aunque Luti apunta a nuevos mercados: «Hay oportunidades porque el mundo es muy grande ahora, incluso países africanos están viniendo a comprar. Hay que invertir en distribución y comunicación porque no es fácil exportar, lo sé, mi compañía está en más de 130 países». Que se lo digan a una veterana en estas lides como Nani Marquina que lleva haciéndolo desde sus inicios: «Mirar hacia el mundo es la solución, no solo porque aquí no vayan las cosas bien, sino porque es lo que tiene sentido; hacer un esfuerzo solo para un mercado pequeño como es el español…, lo lógico es repercutirlo fuera».
Ese esfuerzo pasa por dos claves, en opinión de Milá: «Cualquier empresa que quiera tener futuro o tiene precio, o tiene diferencia, y ésta la da el diseño, no hay otra. Eso abarca la creatividad de la idea original, el desarrollo en ingeniería, ser competitivo a nivel económico y formal…». Nani Marquina es visceral en la defensa de este concepto: «Creo en el diseño porque mejora la vida de las personas». Y aquí entramos en el proceloso mar de las tendencias, que las hay al gusto de cada cual. Si acaso hay una reflexión compartida de cómo el signo de los tiempos influye en la creación. «Creo que ahora estamos recuperando, dando valor a lo que tenemos culturalmente, a piezas hechas con materias muy nobles como la madera y la piel, a diseños de hace 50 o 60 años, el valor de lo clásico», apunta Marquina, quien aventura una explicación. «La situación económica nos hace ser más reflexivos, esa necesidad de replegarse y pensar te hace mirar atrás. Hemos pasado unos años donde las locuras estaban bien vistas, a ver quién se atrevía más». Jaime Hayón aprecia «una vuelta a los 80, a un decorativismo básico más geométrico, rollo años 20; pero también se recupera la elegancia».
Butaca con asa. La tiene en la parte de atrás para moverla fácimente. Diseño de Hella Jongerius que, en función de la combinación de colores del tejido, parece transformarse. Cuenta con protección de piel en brazos y lumbares. East River Chair(74x64x53 cm) de Vitra, 1.791 euros.

Siempre hay excepciones, claro, y ahí podríamos citar dos de las que más atención han acaparado en la feria: el cordero Xai de BD Barcelona y el sofá de 30 kilos de policarbonato diseñado por Philippe Starck para Kartell. «Es el miracolo del Salón», bromea Claudio Luti. «Primero porque llegó a Milán apenas dos días antes y segundo porque es enorme. Solo hay una máquina en Europa capaz de hacer el molde, así que hace falta tanta inversión que es imposible de copiar, al menos por un tiempo», comenta entre risas. Más allá de estas propuestas, la atemporalidad se erige como el concepto fetiche, pero ¿acaso no aspira todo diseñador a crear un icono que perdure? «Claro, esas cosas con las que estás a gusto mucho tiempo son piezas 10 que se convierten en clásicos, que es lo que queremos todos. Trabajamos al límite de una raya: si la cruzas es un error, y si te quedas delante es un acierto», explica Marquina. Bueno, y que tampoco estamos para renovar la decoración de casa cada año… Marquina prioriza los materiales, como demuestran sus alfombras Natural que apuestan por las fibras vegetales; y eso se extiende a las múltiples propuestas que tiran de la solidez y la elegancia de la madera y la piel, rematada con puntadas de calidad como las que se aprecian en la mesa auxiliar de los hermanos Bouroullec para Vitra. El codiciado Hayón (crea para casi todas las grandes) habla de un momento «multimatérico. Hay mucho material básico mezclado, incluso cemento, más rough que dirían los ingleses, con lacados, y de repente metales puros y cerámicos». Doy fe al intentar levantar el taburete que Nendo ha hecho para Emeco con cristal reciclado y hormigón (15 kg).
El propio Hayón es ejemplo de que lo que importa es el diseño bien resuelto. «Soy doctor Jekyll y mister Hyde. Cuando hago una pieza funcional debe ser sólida, que funcione bien en interiorismo; pero también hago cosas artísticas. Ese contraste es esperanza de futuro, de soñar, de que el diseño da algo más que la función. Hay que tener cuidado con ese tema de la atemporalidad, es una forma tímida de aproximarse al usuario y corres el riesgo de que todo se parezca demasiado», concluye. Él, que es de los que transitan por un camino propio, quizá coincida con el pensamiento de Marc Newson: «Cada año la feria es más grande, como un gran teatro, hay muchas cosas sucediendo, pero no vengo a captar inspiración. No quiero sonar arrogante, pero si observo una tendencia solo me dice una cosa: lo que no tengo que hacer».

Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial

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