Moda

Louis Vuitton ha fichado al modisto británco Kim Jones

Chaqueta de piel de becerro, jersey de cachemir y mohair, pantalones vaqueros y pañuelo de algodón. Todo de la colección primavera-verano de Louis Vuitton /JUSTIN WU

Hace 25 años que los termómetros no bajaban tanto en Austin. Un pluviómetro patrocinado por un banco local se ha congelado. Los equipos de cinco revistas de distintas nacionalidades han llegado para producir cinco sesiones fotográficas en la que las protagonistas son las prendas creadas por el diseñador británico Kim Jones para Louis Vuitton, firma de la que es director creativo del prêt-à-portermasculino desde 2011. Colección primavera-verano. A uno de los modelos casi le da un síncope al ver un par de shorts que, finalmente, nadie osa pedirle que se ponga mientras acaricia un búfalo. Tras explorar en anteriores temporadas la cultura Masai, viajar a Sudamérica en busca de telas con 500 años de antigüedad y celebrar el legado del ilustrador Antonio López en París, Jones presenta una colección que aspira a dar una visión panorámica del mito del road trip estadounidense desde el prisma de un inglés amante de la ropa deportiva –Jones estuvo ahí, con Umbro, cuando las firmas deportivas se hicieron moda– y con el soporte de la tal vez más global y poderosa de las casas francesas de lujo. El londinense, dos veces ganador del premio al mejor diseñador británico del año, entra en la caravana envuelto en un enorme abrigo. Coloca su silla justo al lado de la calefacción y lo primero que dice recuerda que vive un momento de plenitud. “El frío es psicológico”, sentencia.
La mitología de la ruta norteamericana ha sido explotada mil veces, ¿qué creía que podía usted aportar a esa narrativa?
Quería glamurizarla. Nos va muy bien con la ropa de hombre en EE UU, estamos abriendo muchas tiendas en el sur del país. Y quería celebrarlo. Jugar con los clásicos: el pañuelo, la cazadora… Vuitton es una marca de viajeros. EE UU es un país de gente que se mueve, y también un país sobre el que todo el mundo tiene una idea. Más que dar la mía, pensé en celebrar la idea de EE UU que otros tuvieron. Mi viaje documenta esa ruta que empieza en Las Vegas con tu esmoquin plateado. Los primeros bocetos se dibujaron sobre un mapa. Fuimos de Nueva Orleans a Las Vegas, recogiendo inspiraciones por todo el trayecto. Parece más divertido de lo que realmente fue, acabé harto de coches. En serio. Nunca más.

Kim Jones atiende a la prensa en el ‘backstage’ tras la presentación de su última colección para Louis Vuitton
Mezclar la cultura estadounidense con una marca con unas raíces europeas y refinadas como Vuitton, ¿es más sacrilegio o más reto?
Vuitton es muy europea, pero también es global. En Japón aman esta colección. No soy muy nostálgico, pero sí romántico, y eso es universal. Ese trayecto entre juventud y adultez es lo que creo que me define ahora.
¿Hay algo irónico en esta ropa?
No, no diría eso. Hay un poco de humor, pero no hay ironía, solo diversión. La ironía puede ser algo negativo, si no la manejas con cuidado. Prefiero apartarme de ella.
¿Siente que está aprovechando todos los resortes que le ofrece una marca de este tamaño?
Efectivamente, es increíble todo lo que tiene esta gente. Cuando se nos ocurre algo casi siempre lo podemos llevar a cabo. Eso sí, yo tiendo a ser práctico y pragmático.
¿Cree que, finalmente, se están aprovechando las innovaciones para aplicarlas de forma realista a lo que diseña?
Creo que sí. Me gusta la tecnología que se ve, pero cada vez más la que no se ve. Hace unos años me sentía frustrado porque sentía que los avances tecnológicos pasaban de largo en el mundo de la moda. Luego descubrí cómo a través de las innovaciones en ropa deportiva se podía meter la tecnología en la moda de calle, y tiré de ese hilo. Lograr que lo funcional sea bello es maravilloso.

Chaqueta de ante con logo, pañuelo, pantalones vaqueros y botas en piel de becerro. Todo de la colección primavera-verano de Louis Vuitton / JUSTIN WU
El cliente masculino actual parece saber exactamente lo que quiere. ¿Dificulta eso las cosas?
En cierto modo, sí. Mire, casi todos mis amigos están casados con hijos, compran ropa online, leen blogs, me mandan links todo el rato pidiéndome consejo sobre lo que van a comprar. Hace un rato recibí el mensaje de un amigo con la imagen de una chaqueta que quería comprarse y me pedía opinión sobre si aquello realmente valía lo que pedían por ella. Ahora mis colegas aman la moda y las cosas buenas. Y gente como ellos hay por todas partes.
¿Sigue cogiendo cien vuelos al año?
Ya no. Cuando trabajas en Vuitton, debes saber cómo la gente se desplaza. Cada vez que llego a un aeropuerto, me paso todo el rato observando cómo viaja la gente, cómo carga sus bolsas… Somos una marca grande y debemos saberlo todo.
¿Siente el peso de esa enorme herencia?
No me asusta, no. En serio.
¿Piensa en usted cuando diseña?
Sí pienso en mi estilo de vida, pero no en mis gustos o en lo que me pueda sentar bien. No creo que un diseñador deba hacer eso cuando tiene tantos millones de clientes potenciales. Me gusta pensar no en lo que hace a un hombre, sino en lo que el hombre hace. Claro, hay ropa mía que llevo, pero no demasiada. Y eso que me sale gratis.
Pasó de hacer ropa para bailar en raves a diseñar en Vuitton. ¿Es eso un accidente del destino o parte de un plan sutil?
He hecho de todo y esto es parte de ese todo. Entiendo lo que pasa en la calle y sé lo es que la ropa de verdad. Siempre supe apreciar la calidad, incluso cuando era pobre como una rata, por eso estar hoy aquí tampoco me parece tan descabellado. Con 14 años llevaba ropa creada por mí hasta que se rompía de tanto usarla, y a la vez ahorraba para comprarme algo caro que me encantaba. No he cambiado tanto.

Chaqueta de lona con el logo en tejido técnico, camiseta de algodón y pantelones de seda. Sobre la silla, maxibufanda de cachemir; en el suelo, bolso de cuero Damier Keepall Nomade. Todas las prendas y complementos, de la colección primavera-verano de Louis Vuitton / JUSTIN WU
¿Cómo afecta a su forma de ver el mundo el haber crecido en países tan distintos como Botsuana o Egipto?
Para mí, el mundo es un lugar. Uno. Haber crecido en varios sitios me evita pensar que Londres es el centro del universo.
Pero usted sigue teniendo una forma de diseñar que es intrínsecamente británica.
Bueno, ahora soy un poco más internacional. Estamos en Texas, aunque hace un frío de cojones. Pero sí, hay una sensibilidad británica en mí que no voy a perder y que es clave para mi trabajo. Creo que los diseñadores británicos somos más leales entre nosotros. No existe esa rivalidad que ves en otros lugares. Somos un equipo, como el Team GB de las Olimpiadas. Alexander McQueen era uno de mis mejores amigos.
Hablando con usted da la sensación de que su carrera ha sido una sucesión de experiencias positivas. ¿Qué hay de realidad y qué de discurso en eso?
Tiendo a recordar lo bueno, es verdad. Voy en la dirección correcta y veo que estoy en un momento en el que se me permite creer que esto puede hacerse realmente grande.
Sus colecciones siempre han parecido la obra de un ser extremadamente curioso.
Quiero saberlo todo sobre las cosas que me gustan. Muchas veces, cuando la gente entra en mi casa me dice que no esperaba para nada encontrarse con esto o aquello. Me divierte. Mi casa es como uncottage de ambiente campestre y muchos piensan que debo vivir en una casa moderna que parece una discoteca. No me gusta que se lea cómo soy tan fácilmente.

Chaqueta de algodón con parches, camisa de seda mil cuadros y pantalón de algodón cinco bolsillos, todo de la colección primavera-verano de Louis Vuitton / JUSTIN WU
¿Cómo ve alguien como usted la era del diseñador estrella?
Odiaría ser famoso. Cuando me reconocen, me dan un disgusto. Que alguien se quiera sacar una foto conmigo me aterra. Entiendo que viene con el trabajo, pero sé que somos mayoría los diseñadores que preferimos ser anónimos. No quiero convertirme en mi propia marca, no me autopromociono porque no quiero venderme como producto. Por eso terminé con mi marca. Kim Jones se había convertido en dos cosas, y yo solo quería una.
¿Le molesta que cada vez haya más gente opinando sobre usted, no solo como diseñador sino también como ser humano?
Me molesta sobremanera cuando alguien hace comentarios personales, ve una foto de ti y dice algo horrible. De la ropa, que digan lo que quieran.
¿Cómo lleva usted que la moda se haya convertido en una industria sobre la que hoy todo el mundo parece creer que lo sabe todo?
Me fijo poco en todos esos blogs y toda esa gente constantemente opinando sobre moda. La gente del estudio me enseña cosas. A veces, entro en dos webs, pero me aburro profundamente. Eso de ver fotos de ropa me parece un coñazo. De verdad, soy de la vieja escuela, me gusta tocar las cosas, verlas en 3D.
¿Cómo se imagina en diez años?
No quiero decir que haré algo y luego no hacerlo. Hay otros trabajos en los que soy bueno. Si mañana me echaran, no me preocuparía. Me gusta dar consejo, ayudar a los jóvenes, porque a mí me ayudaron mucho cuando empezaba. Eso me motiva.
Galliano le compró más de la mitad de su colección de fin de carrera en la Central St. Martins, ¿no?
Fue gracioso, en aquel momento no pensé en las implicaciones de que alguien como él te comprara la mitad de tu colección. Estaba muy cabreado porque se había llevado una chaqueta que me encantaba. Solo pensaba: “A ver dónde demonios consigo otra vez esa tela para volver a hacerme la chaqueta”.

‘Total look’ de Louis Vuitton con esmoquin de seda y lana, blusa de seda con pechera de algodón, botones de nácar y pajarita de seda con detalles de lúrex /JUSTIN WU
¿Cuánto le obsesiona dejar huella?
Mucho. Mire, justo tras graduarme pensé en desfilar en París. Y lo hice. Desfilar allí costaba 140.000 libras, una locura. Yo aún no era nadie, pero ya sentía que Londres se me quedaba pequeño. No tengo miedo. Creo que lo que hacemos con mi equipo es bastante nuevo en la compañía, pero ya se aprecia. Me encanta ver que la gente lleva nuestra ropa, porque es muy cara, por lo que, si se la compran, es que les gusta de verdad.

Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial

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