Moda

Entrevista con el hombre al frente de la línea masculina de Lanvin

En Lucas Ossendrijver ha delegado Alber Elbaz toda la responsabilidad de la línea masculina.

Gracias a este diseñador holandés se han popularizado las pajaritas y las zapatillas de la casa.

Lucas Ossendrijver ha empezado su próxima colección hace escasos días. Se le juntan los salones de tejidos con las visitas a la fábrica y las primeras pruebas de prototipos. Los días se solapan y las jornadas de trabajo se alargan para este holandés de 43 años. Es el hombre que está a las riendas de Lanvin desde 2006 como director creativo de la línea de prêt-à-porter y los accesorios masculinos bajo la tutela del director artístico de la firma, Alber Elbaz.
¿Cómo se lleva con Alber Elbaz? Nuestra relación es muy particular, estrecha y casi excepcional en este mundillo. Alber es el director artístico de la casa, pero no se ocupa de diseñar la colección masculina. Trabajamos separadamente, pero el hombre y la mujer se complementan y se juntan con nuestro trabajo. Nos conocimos de una forma bastante curiosa. Siempre me había sentido muy cercano a la moda de Alber para mujer, me enteré de que estaban buscando un diseñador para hombre y le mandé una nota. Una semana después me citó con la señora Wang, propietaria de la marca, y empecé a trabajar en Lanvin casi de inmediato.
Creo que se interesan por lo que el otro está preparando…Totalmente. Si hay algo que es específico en Lanvin es que las puertas están abiertas. Por ejemplo, la semana pasada, sabiendo que está trabajando en la colección del próximo invierno y que tiene mucho trabajo, fui a verlo para ver qué preparaba y sentir el ambiente de su colección. Acabé pasando toda la tarde junto a él, cosa que aprecia enormemente. Me intereso mucho por su trabajo, y él, por el mío. Cuando trabajo en mi colección, Alber siempre viene al principio para ver los primeros prototipos y descubrir la dirección que tomo. Esta relación entre los dos me ayuda enormemente y me inyecta energía para ir cada vez más lejos en mi trabajo en Lanvin. Alber nunca ha hecho ropa para hombre y tiene una mirada diferente de mi producto que me fascina y enriquece.
¿Cómo se prepara una colección de hombre? ¿En qué se diferencia el proceso del de una colección femenina? Para empezar, no tenemos un taller. Trabajamos con fábricas en Italia. Tengo un patronista y un modelista que realizan los prototipos en París. El proceso de realización es diferente y mucho más largo. Es más laborioso, al no tener un taller interno y depender de fábricas. Para preparar una colección necesitamos casi seis meses, eso son casi tres meses más que los que precisa Alber.

«Mi relación con Alber es muy estrecha, algo casi excepcional en este mundillo»
¿Qué se llevó de los años que pasó con Kenzo, Kostas Murkudis y Hedi Slimane en Dior? Fue una buena escuela trabajar con personalidades tan diferentes. Mi primera experiencia profesional fue junto a Kenzo, donde aprendí mucho del sistema industrial: tratar con diferentes fabricantes, preparar un plano de colección… Con Kostas, todo era más artesanal, por ser una casa más pequeña, pero muy estructurada. Teníamos que hacerlo todo. Guardo muy buen recuerdo del tiempo pasado a su lado. Aprendí la libertad en el trabajo. Cuando trabajé en Dior por primera vez entré en el mundo del lujo, descubrí el protocolo que acompaña a la moda en la realización de tus ideas. Trabajar con Hedi fue algo muy específico. Aprendí la precisión, la exigencia y llegar al final de las cosas. Fue una muy buena época. De hecho, los tres me enseñaron cosas diferentes y me convirtieron en lo que soy.
Después de esta trayectoria, ¿cómo define el hombre Lanvin de Ossendrijver? [Risas]. Un hombre libre, muy abier­­to y muy democrático. Pienso que la diferencia es que su moda está centrada en el traje, en la herencia de Jeanne Lanvin. Todo viene del traje a medida, que es como empezó la marca a proyectar su moda masculina en 1926, creando un vestuario realizado exclusivamente a medida. De hecho, es un departamento que seguimos conservando. El traje es un elemento clave en Lanvin. Además, retomé la idea de los principios de Jeanne Lanvin. Intento proponer cada vez un guardarropa completo con algo para cada momento del día: mañana, tarde, noche, fiesta… Camisas, trajes, ropa interior, chaquetas, zapatos, calzado deportivo… Todo está estructurado en relación a las necesidades de cada hombre.

Alber Elbaz y Lucas Ossendrijver supervisan la preparación de un desfile de Lanvin.
¿Es el hombre un buen consumidor de ropa? Los hombres son cada vez más consumidores de moda, les gusta ir de compras y no les importa decirlo a su alrededor. Con los años, la figura de la madre o de la novia que iban de compras para ellos casi ya ni existe. Los hombres cada vez son más abiertos y se expresan a través de la moda con mucha más naturalidad que en el pasado. Experimentan, cambian, prueban nuevas prendas… Lo veo en la tienda. Tenemos una clientela muy variada. Hombres con gustos más clásicos, que vienen una vez por temporada para que les confeccionemos camisas y tres o cuatro trajes a medida, ya empiezan a comprarse camisetas. Por otro lado, algunos clientes que compran solo prendas punteras –calzado deportivo y camisetas– empiezan a atreverse con las prendas a medida con la misma naturalidad. En Lanvin disfrutamos de un intercambio de generaciones y de gustos que me motiva diariamente.
Ha definido a su cliente como un ‘fashion lover’ (amante de la moda), en lugar de un ‘fashion victim’ (víctima de la moda).Exactamente. El hombre Lanvin es un hombre al que le gusta la calidad, las cosas bien hechas, los buenos materiales, y no tiene ganas de ex­­hibirlo. Para mí, el lujo en la ropa es algo muy íntimo, exclusivamente para la persona que lo lleva. La ropa tiene que servirte para acompañar tu persona­­lidad, no para mostrar logos. Creo en la intimidad del producto, y nuestros clientes, también.

«Para preparar una colección necesitamos casi seis meses. Tres más de los que requiere la de mujer»
¿Hay diferencias entre holandeses y franceses al vestirse? Sí, mucha. Hace 16 años que vivo en París y no soy francés, pero me siento parisiense de adopción. Los holandeses son muy directos, dicen enseguida lo que piensan, y los franceses son mucho más políticos, quieren que leas entre líneas.
¿Cuántas colecciones presenta al año? Cuatro. Dos por estación. Es un ritmo muy alto. No hay tiempo para detenerse, es muy adictivo. No hay nada que me dé más miedo que pararme. Cuanto más trabajas, más decidido es el resultado final. Siempre tenemos ganas de hacer las cosas mejor, y flota un miedo a perder el ritmo y por eso no paramos nunca…
¿Cuáles son las novedades de esta primavera? Hemos introducido nuevas líneas de corte en las chaquetas: más ajustadas, más cortas y con hombros más suaves. Cada temporada intentamos aportar novedades en los materiales y en los cortes e intentamos reconducirlos si a nuestros clientes les gustan. Hoy, la moda masculina evoluciona en cada estación. Nos replanteamos todo de nuevo: los largos de las chaquetas, los anchos de los pantalones, los materiales…
¿Qué piezas no deben faltar en un guardarropa? Lo más importante es tener una chaqueta, ya sea en invierno o en verano. Tiene que estar bien cortada, confeccionada en un buen tejido y poseer unas hechuras perfectas. Se tendría que poder llevar tanto de día como de noche, con un pantalón de vestir o con un vaquero, y tanto con una camisa como con una camiseta.

«Los hombres son cada vez más consumidores de moda. Les gusta ir de compras y no lo ocultan»
¿Cuáles son sus materiales favoritos? Me gustan los materiales dobles, que no precisan de forro o de entretelas y que confieren a la prenda una libertad inu­­­sual. El pasado invierno utilicé muchos tejidos dobles, y las prendas de abrigo fueron muy ligeras. Para mí, la construcción de las prendas es igual de importante en su interior que en su exterior.
¿Busca que el hombre se sienta cada vez más a gusto con su moda? Eso espero. La idea es esa. Esa es la finalidad, intentar que, con mi trabajo, la vida de mis clientes sea más agradable, proponiéndoles cosas que les gusten. Somos como médicos, pero sin medicina, con ropa… [Risas].
¿Le gusta su vida en París? Me encanta. Me siento totalmente integrado, pero siempre un poco extranjero. Observo a las personas y veo cómo funcionan. Como extranjero me permito fantasear sobre lo que puede ser esa elegancia francesa de la que siempre se habla. En mi equipo, salvo un ayudante, son todos extranjeros, y trabajando juntos conseguimos propuestas más objetivas.
¿Sigue gustándole ir en bicicleta o ha cambiado su medio de transporte en la ciudad? Me sigue gustando ir en bicicleta, como buen holandés. De hecho, acabo de hacerme una a mi medida. Me gusta ir en bicicleta por París y me encanta andar. Nunca cojo el metro, no me gusta.
¿Cuál es su lugar favorito para descansar? El sur de Francia, por su tranquilidad y su clima. Por otro lado, soy un enamorado de Barcelona y de sus gentes. Tengo amigos allí e intento escaparme de vez en cuando. Me fascina que la ciudad y el mar compartan la misma ubicación. Una ciudad muy viva.
¿Qué música prefiere? Soy un hombre ecléctico con mis gustos musicales. Me gusta la música clásica, pero soy un enamorado de la música electrónica. Me gusta pasar de Philip Glass a Pantha du Prince y bailar al sonido de Carl Craig… Desafortunadamente, no he tenido nunca la posibilidad de ir a Barcelona durante el Sónar, ya que sus fechas coinciden con las de mis presentaciones en París. Me encantaría.

Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial

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