
Una exposición en Londres celebra el legado de Cartier a través de 350 piezas de alta joyería
“La alta joyería debe estar en los museos. Refleja nuestras sociedades; atraviesa culturas y épocas en una combinación de moda, economía y emociones”. Quien habla es Helen Molesworth, una de las comisarias de Cartier, la gran exposición sobre la maison que el Victoria & Albert de Londres inaugura el 12 de abril. Un viaje a lo largo del siglo XX a través de 350 objetos. “Cuando estudié, las joyas se consideraban un arte menor. Hoy reconocemos su trascendencia. A nivel histórico, hay piezas que han perdurado y es inneglable su valor. El reto está en leer las creaciones contemporáneas con la mirada en el futuro, previendo qué será relevante en unos siglos. Por suerte, la historia de la firma está marcada por la creatividad”, afirma la experta.
Su tesis coincide con la de su compañera, Rachel Garrahan: Cartier no sólo se sumó a las corrientes artísticas de su tiempo, sino que sus artesanos fueron creadores de tendencias. “Es impresionante. Al analizar las joyas del modernismo (1900), encontramos piezas que un ojo entrenado podría pensar que eran de los años 20. Resulta que décadas antes de que estallara el art déco, ya incorporaba elementos de este estilo. Se puede decir que anticipó el mayor movimiento de diseño de la época e incluso, posiblemente, influyó en él”, esboza Molesworth. Ambas se adentraron en los archivos de la casa, en París, Londres y Nueva York. Descubrieron así que Louis Cartier –nieto fundador de la compañía– no solo era un gran joyero, sino también un intrépido coleccionista. De alfombras persas a catálogos de museos islámicos, las comisarias intuyen que de ahí nacía buena parte de su inspiración.

Boceto de un broche de pantera sobre una rama elaborado en platino, esmeraldas, coral, ónix y diamantes por Cartier, en 1970.
Pero más allá de su servicio a las élites, la historia de Cartier es, de alguna manera, la del papel de la mujer en la sociedad. En los años 20, predominaban los collares largos porque las siluetas de los vestidos eran más ligeras, habiendo dejado atrás los corsés victorianos. Un ejemplo es el de la socialite Daisy Fellowes: con joyas que ya tenía la firma, encargó un collar de estilo Tutti Frutti. “Básicamente, es lo que hoy llamaríamos upcycling, ¿no?”, apunta Molesworth. En los 40, con el acceso femenino al mercado laboral, el uso de trajes precipitó la creación de broches. En los 60, las pulseras Love y Clou (en forma de clavo) era, como dicen las expertas, un gesto de compromiso en respuesta a una sociedad que proclamaba el amor libre y la revolución sexual. Insisten, además, en que estas piezas, de factura sencilla, las lucían hombres y mujeres por igual.
Dentro de la propia firma, también hay un nombre de mujer que la exposición destaca con mayúsculas: Jeanne Toussaint. En los años 30, Louis Cartier la colocó al frente de la alta joyería en la empresa. Su apodo era Panpan, que significa pantera. Hay una conexión directa entre ella y la consolidación de este animal como símbolo de la maison. “Representa lo felino, lo femenino: una mezcla de fuerza, resistencia, elegancia y delicadeza”, en palabras de Molesworth. Un motivo y significado que se mantiene igual de pertinente e inspirador hasta nuestros tiempos. La comisaria de la exposición concluye: “Cuando veo a Rihanna con una tiara de Cartier, queda claro que el éxito de la firma no radica en haber engalanado a princesas de Europa en el siglo XX. Ha sabido mantener su legado vivo reinventándose al compás de los tiempos”. He aquí una muestra de ello.
Fuente autor VOGUE «https://www.vogue.es/articulos/cartier-exposicion-londres-joyeria«
Marcela Fittipaldi
Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial
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