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Catherine Deneuve, la actriz de gesto glacial

Catherine Deneuve, la actriz de gesto glacial

Catherine Deneuve es una de las actrices más respetadas y conocidas de Francia. Todo un icono de la belleza en los años 60 y 70, que tiene en su haber dos César como Mejor Actriz.

 

Hay que saberse (y creerse) un icono de la belleza para dejarse fotografiar a los 70 años en body. Claro que de espaldas, con la benevolencia de las sombras del blanco y negro y la distancia. Pero ahí está: con 70 años, quien fue durante años el rostro de Marianne, el símbolo de la República Francesa, y a quien hoy llaman la “abuela de Francia”, imperturbable y poderosa: seductora.

 

Con ese poder que otorga dominar las reglas del juego, haberlas ajustado a la propia medida: “Las reglas han cambiado, pero el glamour existe. Antes consistía en enseñar y ahora en ocultarse”, dice Deneuve, la actriz que siempre se ha ocultado un poco, la actriz distante y fría, la misma de quien Buñuel afirmaba: “Es bella como la muerte, seductora como el pecado y fría como la virtud”. Así que no será tanto por vaguería periodística, como ella aduce (“No soy fría, una vez lo escribió un periodista y el resto se ha limitado a repetirlo.En general, los periodistas son bastante vagos”), porque haberla hayla, damos fe, sino más bien porque, desde el principio, hizo de su timidez la valla metálica que separa a quienes pisan las alfombras rojas de quienes sólo pueden lanzar flashes y gritos a su paso: “Siempre me dio miedo la fama y prefiero utilizar mi vena tímida para marcar distancias”. Deneuve tímida. Deneuve distante. Deneuve glacial. Pero también Deneuve protegiéndose, intentando acotar el dolor y la pérdida.

Hija de actores

Catherine Fabienne Dorléac, hija de actores, nació en París en 1943, en plena ocupación nazi. Se acercó a la interpretación siguiendo los pasos de su hermana mayor, Françoise Dorléac, que ya había adquirido cierta fama (la acompañaba a los castings) y que la puso en contacto con cineastas como Polanski y Truffaut.

 

Françoise murió en 1967, en un accidente de automóvil, con tan sólo 25 años, justo después de haber rodado con Catherine Las señoritas de Rochefort.

 

Deneuve nunca habló del suceso, hasta que muchos años después, en 1997, publicó junto con el novelista Patrick Modiano el libro Se llamaba Françoise. “Me era imposible hablar de Françoise. Su pérdida es el drama más importante de mi vida”, declaró. Deneuve glacial. Deneuve acotando el dolor.

 

Desde ese día su vida cambió. Porque, en parte, comenzó a vivir la de Françoise. Ella, la reservada, que siempre se quedaba un paso atrás, dio uno al frente.

 

Comenzó a despuntar y a seducir con su misma distancia a la cámara. Deneuve ha trabajado con directores como Polanski, Buñuel, Varda, Truffaut, Lars von Trier y Ozon, entre otros.

 

En 1992 (por Indochina, de Régis Wargnier), fue nominada al Oscar pero no lo consiguió. “Si me preguntáis por la jubiliación, os estáis anticipando demasiado”, dijo a los 66 años.

 

“Una mujer y un hombre envejecen cuando dejan de resultar deseables. Por eso, la edad puede ser importante, pero lo son aún más las ganas que uno muestre por seguir viviendo, por mostrarse vital, con deseo de gustarse y de gustar. Si estás seguro de lo que proyectas, no has de tener miedo a la vejez”. Ella, a los 70, luce un body. Por supuesto que no le tiene miedo.

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Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial

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