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El papa anima a una revolución ‘verde’

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Francisco ha pedido este jueves una «valiente revolución cultural» contra el comportamiento «suicida» que destruye el medioambiente y el planeta. La publicación de su primera encíclica en solitario se hace, como el pontífice prometió, antes de la nueva cumbre contra el cambio climático de París. Pide más energías limpias, mejor trasnporte público, vivienda digna, no cambiar trabajo por tecnología, menos consumismo…

El papa ha pedido este jueves una «valiente revolución cultural» contra el comportamiento «suicida» que destruye el medioambiente y el planeta y criticó la «especulación» del actual sistema económico mundial. El pontífice aseguró que «es insostenible desde diversos puntos de vista» un sistema mundial que los poderes económicos «continúan justificando» y que busca el beneficio financiero ignorando sus efectos «sobre la dignidad humana y el medioambiente». El estilo de vida actual, por ser insostenible, solo puede terminar en catástrofes»El estilo de vida actual, por ser insostenible, solo puede terminar en catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo periódicamente en diversas regiones», ha dicho Bergoglio en su encíclica sobre protección del medioambiente Laudato si, documento de 191 páginas publicado este jueves. El papa pide salir de lo que calificó como «espiral de autodestrucción». «Nadie pretende volver a la época de las cavernas, pero sí es indispensable aminorar la marcha para mirar la realidad de otra manera», dijo el papa en el documento. El papa Francisco advirte de que «la Tierra cada vez más es un inmenso depósito de porquería», al resumir su opinión sobre el estado del planeta en el inicio de este documento, uno de los más importantes que puede escribir un pontífice. Y lamenta el «uso irresponsable» y «el abuso de los bienes» de la Tierra y constata que sus habitantes han pensado que eran «sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla». Las predicciones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironíaAsegura que «las predicciones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía», y añade: «A las próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad».  «El ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo puede terminar en catástrofes». advirtió. Por ello, el papa justifica la redacción de esta encíclica en el «intento especialmente de entrar en diálogo con todos», «a cada persona que habita este planeta» para proteger lo que llama «la casa común».  «El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar», agregó. La publicación de esta su primera encíclica en solitario —en la precedente Bergoglio completó el trabajo de su predecesor, Benedicto XVI— se hace, como el pontífice prometió, antes de la nueva cumbre internacional contra el cambio climático que se celebrará en diciembre en París. Las propuestas y preocupaciones de Francisco Sustituir combustibles fósiles por energías renovables. El pontífice considera que se ha vuelto «urgente e imperioso» desarrollar políticas para que en los próximos años se reduzcan drásticamente la emisión de anhídrido carbónico y otros gases altamente contaminantes.  «En el mundo hay un nivel exiguo de acceso a energías limpias y renovables. Todavía es necesario desarrollar tecnologías adecuadas de acumulación». «Sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes -carbón, petróleo y gas- necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora», explicó el papa. Advierte contra el control del agua por las multinacionales. «Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado», denunció Francisco. Para el pontífice, «el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la supervivencia de las personas».  Aseguró que el mundo tiene «una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable». El papa advirtió del peligro de que «el control del agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de conflictos de este siglo». Proteger los pulmones del planeta. En este documento pontificio Francisco menciona los que llama los «pulmones del planeta» repletos de biodiversidad que son la Amazonía, la cuenca fluvial del Congo o los grandes acuíferos y los glaciares y su «importancia de esos lugares para la totalidad del planeta y para el futuro de la humanidad». Pero subraya que «no se pueden ignorar los enormes intereses económicos internacionales que, bajo el pretexto de cuidarlos, pueden atentar contra las soberanías nacionales». El uso de máquinas ha reducido puestos de trabajo. Francisco arremete contra una «orientación de la economía» que ha propiciado «un tipo de avance tecnológico para reducir costos de producción en razón de la disminución de los puestos de trabajo, que se reemplazan por máquinas».  Es un modo más, añadió Francisco, de comprobar «cómo la acción del ser humano puede volverse en contra de él mismo».  Y añadió: «Dejar de invertir en las personas para obtener un mayor rédito inmediato es muy mal negocio para la sociedad».  «Más allá de los intereses limitados de las empresas y de una cuestionable racionalidad económica, es necesario que se siga buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo por parte de todos», aseveró. Importancia de poseer una casa. «La falta de viviendas es grave en muchas partes del mundo, tanto en las zonas rurales como en las grandes ciudades», destacó Francisco. Por ello «no sólo los pobres, sino una gran parte de la sociedad, sufre serias dificultades para acceder a una vivienda propia». Para el papa, poseer una vivienda «tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y con el desarrollo de las familias».  Y constató que existen «conglomerados caóticos de casas precarias». Francisco pide «creatividad» a la hora de «integrar los barrios precarios en una ciudad acogedora».  Por ello, elogió las ciudades que «integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo» y destacó la belleza de las ciudades que «en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro». Mejorar el transporte público. Aunque muchos especialistas, recuerda el papa, coinciden en hacer prioritario el transporte público, también es necesaria «una mejora sustancial de ese transporte, que en muchas ciudades significa un trato indigno a las personas debido a la aglomeración, a la incomodidad o a la baja frecuencia de los servicios y a la inseguridad». Mejorar el transporte está relacionado con la protección del medioambiente, pues «en las ciudades circulan muchos automóviles utilizados por una o dos personas, con lo cual el tránsito se hace complicado, el nivel de contaminación es alto», señaló.  Con la promoción del transporte público «se reducirá el tráfico y no sería tan necesaria la construcción de más autopistas y lugares de estacionamiento que perjudican la trama urbana». Critica el consumismo y propone un cambio de estilo de vida. Francisco denuncia una lógica del mercado que crea «un mecanismo consumista compulsivo para colocar sus productos» y que «las personas terminan sumergidas en la vorágine de las compras y los gastos innecesarios». Francisco aseguró que el poder consumir nos puede hacer sentir libres, pero que «quienes en realidad poseen la libertad son los que integran la minoría que detenta el poder económico y financiero». Propone así «un cambio en los estilos de vida» como forma de «sana presión» contra quienes tienen «el poder político, económico y social». Por ejemplo, enumeró el pontífice: evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, y apagar las luces innecesarias.  Denuncia la «deuda ecológica» entre el norte y el sur. «Los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro», consideró Bergoglio. «La tierra de los pobres del sur es rica y poco contaminada pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos para satisfacer sus necesidades vitales les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso».  El papa llamó a los países desarrollados a contribuir a resolver esa deuda «limitando de manera importante el consumo de energía no renovable y aportando a los países más necesitados para apoyar políticas y programas de desarrollo sostenible».

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Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial

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