Turismo

El mayor hotelero escandinavo

Con 170 establecimientos y una fortuna estimada de 1.000 millones de euros, Petter Stordalen tiene el mayor grupo hotelero de Escandinavia. Preocupado por la sociedad y el medio ambiente, cuenta las claves de su éxito.
Petter Stordalen (29 de noviembre de 1962, Porsgrunn, Noruega) es el mayor empresario hotelero de Escandinavia. Su fortuna se estima en 1.000 millones de euros, lo que le sitúa en el top10 de los más ricos de su rico país. Es un hombre hecho a sí mismo, un chaval que a los 12 años vendía fresas en el mercado de su pequeña localidad al sur de Noruega. Ya entonces apuntaba maneras y, en cierto modo, gracias a un consejo que le dio su padre. Cuando un día se quejó de su fruta, éste le dijo: «Vende las fresas que tienes, son las únicas que puedes vender». El niño Petter entendió que en la vida hay que sacar el máximo partido de lo que se tiene. Ese mantra, bautizado como la filosofía de la fresa sobre la que «nunca habría podido imaginar lo lejos que me ha llevado», le acompaña todavía hoy.
Porque como reconoce: «Soy un feliz chico normal. No he cambiado mucho desde que tenía 18 años. Leo las entrevistas que concedí al inicio de mi carrera y ahora podría decir exactamente lo mismo. Hablo de las mismas cosas: medioambiente, felicidad, familia, amor… Por supuesto, a lo largo de la vida hay subidas y bajadas, eso es la vida. Y la mía ha sido extremadamente afortunada».
Pero normal, Petter Stordalen no es. Más bien, todo lo contrario. Y no por esa imagen excéntrica con la que muchos medios lo pintan, y que él –en cierto modo– facilita: como cuando al inaugurar su hotel del aeropuerto de Estocolmo emuló a Tom Cruise lanzándose de un helicóptero para descender por su fachada («yo, que tengo miedo a las alturas», confiesa entre risas); o como cuando se casó en 2010 con su segunda esposa en Marrakech, en una ceremonia oficiada por Bob Geldof, y cerró para todos sus invitados y durante tres días La Mamounia en la que es todavía hoy la boda más cara de Escandinavia,royals incluidos. «Creo que la gente que solo me conoce por lo que lee en la prensa se crea una imagen de mí muy diferente de la que tienen quienes me conocen. Cuando abro un nuevo hotel, me gusta celebrarlo por todo el trabajo que ha llevado, por las personas que lo han hecho. Por supuesto, también a los medios les gustan las grandes fiestas y escriben sobre ello. Eso está muy bien». Que la imagen que luego proyecten no sea exacta, no se puede o no se quiere controlar. Pero, ¿por qué voy a quejarme? Es mucho mejor pensar: ‘las noticias de hoy envuelven el pescado de mañana'», dice.
Pero si Petter Stordalen no es un personaje al uso no es por su fortuna, sus vacaciones en el velero de 88 metros de eslora, el Halcón Maltés, o su físico de Ironman (que lo fue) vestido de Tom Ford, sino por su actitud, su mente abierta. Y añade: «A eso hay que sumarle un punto de locura en el buen sentido: en el de no aceptar los estándares. Porque necesitas estar un poco loco para acometer la expansión que he tenido –compró la compañía en 1996 con ocho hoteles, ahora Nordic Choice Hotels tiene 170 de todas las gamas, 11 en construcción, y 12.000 empleados–, pero eso solo es posible si tienes gente con la actitud, la filosofía y, sobre todo, la mentalidad correctas».
A lo grande. Así inauguró en 2012 Petter Stordalen un nuevo hotel en el aeropuerto de Arlanda, Suecia: se lanzó desde un helicóptero para descender por su fachada.

A lo grande. Así inauguró en 2012 Petter Stordalen un nuevo hotel en el aeropuerto de Arlanda, Suecia: se lanzó desde un helicóptero para descender por su fachada.
El hotelero defiende la actitud de cada uno: «Mucha gente de las escuelas de negocios dirá: ‘no, lo importante son la estrategia, las tácticas y la posición en el mercado’. Y yo replicaré que están equivocados. La cultura es lo más importante. Se pueden copiar estrategias, pero es muy difícil copiar una cultura como la que tenemos en Nordic Choice porque está hecha con personas para las que todo es posible. Tenemos un chico que vino de Afganistán. Estaba en un campo de refugiados en Noruega y comenzó a trabajar en uno de nuestros hoteles limpiando, ahora es mánager. A nosotros no nos preocupa la procedencia, la religión o el sexo. Solo nos importa la actitud, y la de este muchacho era la correcta. Tenemos cientos y cientos de historias como ésta», explica orgulloso. Petter Stordalen se sabe diferente, pero no le preocupa: «Creo que la diferencia es buena. Y mucha gente me puede llamar excéntrico porque soy diferente», nos dice mientras se toma un té para aliviar el catarro que trae de Aspen, donde no hace ni 18 horas estaba esquiando con su esposa. «Yo digo lo que pienso y pienso lo que digo», sentencia.

Activista.

A partir de ahí descubrimos que Stordalen, además de tener una personalidad arrebatadoramente cercana –sus empleados lo adoran– y ser un exitoso hombre de negocios, es un activista cuyo caballo de batalla, en favor de una sociedad «que incluya a todos», es el capitalismo sostenible. «El capitalismo en la actualidad es muy corto de miras, no se preocupa demasiado por el planeta. Dentro de este sistema, hay gente que espera que seamos conformistas. Y yo hablo de un capitalismo sostenible, por eso creo que los impuestos son beneficiosos e importantes. Los impuestos son el coste de la civilización». Y basándose en la teoría de la Triple cuenta de resultados de John Elkington –que hace referencia a la necesidad de medir y reportar conjuntamente los resultados económicos, sociales y medioambientales de las compañías y que aprendió de su amigo Bob Geldof– defiende que la responsabilidad social de su compañía implica «dar a la sociedad más de lo que me he llevado. Y se empieza pagando impuestos. Acepto totalmente la planificación fiscal y las deducciones, pero no acepto que te vayas a un paraíso fiscal. Porque eso destruye los fundamentos de lo que creo», concluye.
Petter Stordalen, preocupado por el cambio climático, también cree que en la actualidad tenemos una responsabilidad urgente para con el medioambiente: «Todas las compañías, todos los países, tienen que hacer una pequeña inversión. Porque si pasamos el límite, será demasiado tarde. Directos al infierno, ¿y quién quiere hoteles allí?», defiende. Y añade: «Si en 25 años mi hijo me pregunta por qué no hice más, ya tengo la respuesta: No hice suficiente, pero lo intenté. Esa es mi vida. Siempre tengo el ánimo de hacer algo y cuando lo intentas la gente te señala y te critica».
Por las alturas. Stordalen descendiendo por la fachada de su nuevo hotel Clarion Arlanda en Suecia, a 57 metros de altura.

Por las alturas. Stordalen descendiendo por la fachada de su nuevo hotel Clarion Arlanda en Suecia, a 57 metros de altura.
En eso su esposa Gunhild, una bellísima doctora 16 años menor que él, que dirige la fundación del matrimonio, The Stordalen Foundation, tiene mucho que ver. «Lo que más me impresionó de mi nueva mujer es que ella quería ser un cambio. Y yo no digo a la gente que tiene que vivir con menos, sino más pero diferente. Puedes vestir ropa bonita, pero pregunta de dónde viene, cómo ha sido confeccionada. En la actualidad, ha habido un cambio tremendo con las redes sociales, el poder ha sido devuelto a la gente de la calle», explica con vehemencia.
Stordalen es consciente de la importancia de la opinión popular, que afecta a todos los negocios, hotelero incluido. «Antes que podías poner un anuncio en el periódico, o decir cosas bonitas en los folletos sobre un hotel. Hoy no importa que digas que eres un cinco estrellas. Si la gente te adjudica tres, esta es la categoría que tienes», nos cuenta precisamente en su cinco estrellas de Oslo, The Thief. Siguiendo la filosofía de su dueño, en este establecimiento se ha apostado por la diferencia y, hoy por hoy, es el único hotel capaz de mostrar la cara más contemporánea, cool y artística de la capital noruega.
The Thief alberga parte de la colección de arte de Petter Stordalen y en su interior también se exhiben obras que se intercambian con el colindante museo Astrup Fearnly, del que el empresario es benefactor: «Me gusta que la mayor parte de mi colección esté en mis hoteles y así la gente pueda verla». Pero él no se considera un coleccionista. «Llamarme así es demasiado. Cuando comencé a adquirir arte no sabía mucho y compraba nombres. Pero tuve la suerte de conocer a Sune Nordgren, exdirector de la Galería Nacional noruega, cuando comía un día en uno de mis restaurantes donde colgaban unos cuadros. Llamó al chef y le dijo: ‘No puedo comer aquí. La comida es perfecta, pero estas obras son terribles’. Así que le llamé y le pedí ayuda para aprender sobre arte». Hoy Sune Nordgren además de amigo es el encargado de comisionar los cuadros que se exhiben en sus hoteles.
Así, en el impecable comedor de su cinco estrellas con un Warhol como testigo, termina esta entrevista con «una persona feliz y afortunada que empezó vendiendo fresas y todavía hoy comercializa algo diferente, pero lo sigue disfrutando tanto como cuando tenía 12 años. Una persona que ama la vida, le encanta trabajar con la gente, adora la naturaleza, a sus hijos, a su esposa y que mantiene una gran relación con su exmujer…», un hombre tan entusiasta que para terminar reconoce: «Tengo 51 años, pero nunca me he sentido más lejos de la jubilación. Siento que en mi vida lo mejor todavía está por llegar».

Más información. www.nordicchoicehotels.no

Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *