James Atkinsons revolucionó Londres en 1799…

Muy british. Cóctel de enebro, rosa, té negro y whisky envejecido en barrica de roble. Precio: 98 euros (100 ml).

…con una pomada de grasa de oso de su invención. Al año siguiente, con su Eau de Cologne, fue designado perfumista real.

Todo empezó con una pomada y un oso. Corría el año 1799. La pomada era un ungüento para todo de los que se estilaban en la época, que había formulado el joven James Atkinson usando grasa de este animal. Convencido de que aquel producto le daría fama y dinero, partió de su Cumberland natal a la conquista de Londres.

Como reclamo no se le ocurrió otra cosa que llevarse un oso de verdad que encadenó a la entrada de su tienda en el 44 de Gerrard Street. Atraída primero por el espectáculo que ofrecía la fiera y seducida después por las bondades de la crema prodigiosa, la clientela abarrotó el comercio de Atkinson. La prescripción primera de la fórmula fue la de atusar la barba y dar esa forma extravagante que imponía la moda a los bigotes masculinos. Pero cuando Atkinson decidió incorporarle aroma de rosas, las señoras la adoptaron como cosmético de cabecera. El éxito animó al emprendedor a fabricar su primera fragancia un año después. Se alejó de los cánones perfumísticos dictados desde Italia: Eau de Cologne resultaba tan fresca y británica que cuando por casualidad llegó a las narices del rey Jorge IV este le nombró Perfumista Oficial de la Real Corte de Inglaterra.

La empresa Perfume Holding adquirió hace cuatro años la firma. Buceando en su fabuloso archivo histórico hallaron la composición de las fragancias míticas (la colección legendaria, la emblemática…) que han reeditado dándoles un toque más moderno.

Más información: www.atkinsons1799.com

De venta en exclusiva en El Corte Inglés.