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Problemas de Pareja. ¿Sabes qué es la Disfunción Marital?

Conocimos este concepto leyendo Perdida, de la estadounidense Gillian Flynn. Una truculenta historia de amor que ahonda en vericuetos psicológicos tan íntimos que podemos sentirnos, de una u otra forma, identificados con ella. ¿Qué quiere decir eso de ‘disfunción marital’? ¿Y a qué se debe? ¿Tiene solución? Acudimos a los expertos, claro está, y preguntamos. Estas son sus respuestas:

¿Qué significa? “La disfunción marital se produce cuando el funcionamiento de la pareja no es adaptativo”, dice la sexóloga y psicóloga Marián Ponte. Es decir, cuando entre ambos miembros existe un desajuste, cierto desarreglo que impide la marcha correcta de la relación (como un mecanismo u órgano desacompasado).

“Una pareja significa manejar las diferencias dentro de las diferencias”; se trata de que dos personas, con necesidades, emociones y pensamientos distintos, sepan adaptarse la una a la otra, de que hagan de su relación -precisamente- un constante y natural avenirse entre sí, libre de presiones de cualquier clase: se adaptan porque desean hacerlo.

¿Por qué aparace? Según la psicóloga, surge cuando entre los cónyuges hay distancia, sufrimiento

o falta de unidad. Todo lo que provoque estos sentimientos acarrea una disfunción en la pareja. “Y, sobre todo, hay que tener en cuenta la compatibilidad de los caracteres implicados en la relación”, ya que de inicio, por ejemplo, una persona puede ser inmadura y no saber cómo cuidar el vínculo, o bien carecer de inteligencia emocional o empatía, con lo que creará relaciones viciadas, muy difíciles de sostener.

Entonces, primero hay que madurar como personas y, después, buscar las fórmulas para mantener la relación cuidada y nutrida, para que sus tres características o cualidades vitales sigan enriqueciéndola.

¿Qué cualidades debe tener una relación que funciona? Tres: “El amor, pero no entendido como sacrificio o complacencia, sino como que el otro te importa y te gusta lo que te ofrece sin necesidad de cambiarlo o juzgarlo; la atracción física o personal, que te resulta un aliciente para mantener la relación; la confianza, que significa honestidad, por eso la mentira y la manipulación quedan fuera. Se puede tener privacidad y omitir información, pero no para perjudicar al otro”, dice la experta.

La trampa de las primeras impresiones: “Eres consciente de que, si de verdad salieras con ella, vivieras con ella, acabaría encontrándote algún defecto, ¿verdad? Que descubriría detalles tuyos que la volverían loca. Que te plantearía exigencias que no te gustarían”, dice Nick Dunne, el protagonista masculino de Perdida, el ‘fiel esposo’ de Amy… ¿Acaso no te suena? A veces, la relación falla porque nos quedamos atrapados en la fantasía que creamos del otro, en la imagen que proyectamos al inicio, cuando desplegamos nuestras cualidades y nos esforzamos por gustar (un trabajo que se deja de hacer cuando el otro está ‘casado-cazado’). “Hay personas que se quedan con las primeras impresiones, y hay que conocerse en profundidad

para cimentar de forma sólida la relación. Idealizan al otro, ven en él su tabla de salvación…”, explica Marián.

Fallos comunes que predicen la disfunción: se trata de malos hábitos vinculados a la falta de unidad, el sufrimiento y la distancia que señalábamos al principio como raíces de la disfunción marital.

Entre ellos: la falta de comunicación; dar por supuesto lo que el otro va a decir o hacer (se le ‘roba’ la posibilidad de cambiar); que uno o ambos se sientan inferiores a la pareja y, en lugar de enriquecerse con las cualidades del otro, las vivan como una competencia; no permitir que cada uno tenga libertad para otras actividades y relaciones; que se sustituya la intimidad que no funciona por sexo con terceros; que la actitud no sea la de ir mejorando la relación, ‘irle sacando brillo’ entre ambos; que las funciones como padres ‘nublen’ a la pareja; que se pierda el respeto (un primer paso para la violencia verbal o física)…

¿Hay soluciones? “Sí, siempre que ganar ambos, cuidar el vínculo y buscar caminos alternativos de crecimiento permanezcan como objetivos”, señala la psicóloga. Marián establece las siguientes pautas:dedicarle tiempo (entregar tiempo a la pareja es dar amor, no permitir que el estrés diario la limite a un cumplir funciones, a un ‘hola y adiós’); no acentuar las diferencias y sí los puntos comunes; darse espacio mutuamente; fomentar pactos en los que ambos ganen; cuidar cómo se dicen las cosas, las expresiones verbales y no verbales; respetar siempre al otro; no permitir que las desavenencias queden como poso de la relación (transmitir y preguntar qué se siente y piensa); ante una discrepancia, hacerse cargo cada uno de su parte de responsabilidad; reconocer los modelos de pareja o familia de los que parte cada uno, comprender cómo nos determinan y estar dispuestos a cambiarlos en colaboración con el otro.

Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial

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