
El Día de la Liberación por Jorge Elías
¿Cómo será recordado el 2 de abril de 2025, cuando Donald Trump declaró la guerra de aranceles contra medio mundo?
Otra fecha histórica. El Día de la Liberación, 2 de abril de 2025. Quizá sea recordado como la conclusión del comercio internacional basado sobre las reglas que Estados Unidos ayudó a fijar desde el final de la Segunda Guerra Mundial y que su actual presidente procuró dinamitar. Fin de las marcas de Estados Unidos en otros países y de las marcas extranjeras en Estados Unidos. Excepto que uno las pague más caras. No hubo sorpresa con el anuncio de Donald Trump en la Casa Blanca, prometido en la campaña, sino consternación. Todos sabían que iba a aumentar los aranceles a medio mundo, pero nadie creyó que fuera tan lejos.
Tanto que, como viene haciendo desde el 20 de enero, cuando asumió el cargo, no distinguió entre amigos y enemigos. Sacudió a todos por igual, inclusive a sus compatriotas. “Todo el mundo se aprovecha de nosotros”, asumió el papel de víctima, cual hombre rico esquilmado por sus herederos. Amigos, como la Unión Europea, Japón y Corea del Sur, y enemigos, como China. En la lista, curiosamente, no incluyó a Rusia, Corea del Norte, Bielorrusia y Cuba porque están sujetos a sanciones que reducen al mínimo el intercambio comercial con Estados Unidos.
Con ocho láminas de PowerPoint comenzó la era de los aranceles
Trump decidió destruir el sistema. De no ser así, puso la vara demasiado alta para negociar, fiel a sus pergaminos empresariales. Estados Unidos tiene déficits comerciales con la mayoría de los países. Es cierto. Eso no significa que aquellos que le venden insumos puedan instalarse de la noche a la mañana en su territorio. El riesgo de desempleo, así como una mayor inflación y una desaceleración del crecimiento, acechan a su país, según el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. En resumen, cualquier país que tiene superávit comercial bilateral con Estados Unidos está haciendo trampa.

¿Significa eso que Estados Unidos también está haciendo trampa con Australia y Reino Unido, por ejemplo, por exportarles más bienes y servicios de los que exportan? A ambos países les aplicó aranceles del 10 %, el mínimo dentro de un concierto desafinado. “Los aranceles de Trump abarcan una gama tan amplia de productos y socios comerciales que inevitablemente tendrán efectos adversos en la economía norteamericana, y los costos de la disrupción recaerán sobre los consumidores y las empresas en prácticamente todos los sectores”, sentencia Eswar Prasad, profesor de la Universidad de Cornell.
Comenzó así la era de los aranceles. Un contrapeso de Estados Unidos frente a países que, como China, se valen de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para exportar bienes y servicios a otros países y limitar el acceso a sus mercados. El régimen de Xi Jinping, explica el periodista Marcelo Cantelmi en la columna ¿El momento chino en la guerra arancelaria de Trump?, resultó beneficiado por la retórica de Trump, “abriéndole a su principal adversario áreas centrales de influencia y alianzas en los sitios que antes eran irreductiblemente estadounidenses”.
Trump barrió los 80 años de historia labrados desde 1945 con ocho láminas de PowerPoint. El ocho es sinónimo de prosperidad en China por su pronunciación similar a la palabra fa (riqueza o fortuna). No por nada en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de 2008, el día ocho del mes ocho (agosto) a las ocho de la noche, 2.008 estudiantes de artes marciales interpretaron con precisión milimétrica meneos de raíz milenaria en el estadio Nido de Pájaro, de Pekín. El ocho, citado 80 veces en la Biblia, también es el número de la resurrección, símbolo del comienzo de una nueva era u orden. Que apenas comienza.