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La crisis afectó las relaciones de los argentinos

La ansiedad, el estrés y la inestabilidad económica generan falta de deseo sexual y disfunciones que afectan las relaciones.

Noviembre 2022. La Argentina de hoy de la post pandemia, o quizás, post aislamiento, atraviesa una crisis económica enorme a la vez que convive con los efectos de un  año (o dos) de aislamiento.

Quizás es una obviedad decir que las crisis afectan negativamente  la vida sexual de las personas, es decir, es claramente una consecuencia. Pero es interesante preguntarnos ¿Qué es lo que nos sucede a las personas, que cuando el contexto se endurece, nos vamos alejando de los espacios de disfrute y placer?

Porque no solo el sexo se ve afectado, sino todos aquellos espacios en que podemos darnos el lujo de sentir placer.

Sucede que vamos perdiendo el deseo.

Y el deseo nada tiene que ver con las necesidades. Hay gente que dice incluso, yo no necesito sexo. Y no, claro que no, no lo necesitamos, como todo aquello que está en el mundo del disfrute, del placer, de la catarsis, de lo sublimatorio (el deporte, cantar, tocar, bailar, el arte en general, jugar, el sexo) no son percibidas como necesidades. El deseo no es una necesidad, ni algo que tengo que hacer. Está en ese espacio de la vida humana que se presenta como inefable. Casi que no lo podemos evitar, eso es el deseo, es algo que circula, libre, que empuja, que atraviesa dificultades, temores. El deseo es en sí mismo, no necesita del otro, simplemente es.

El deseo es pura pulsión de vida, es aquello que yo quiero hacer, por el simple hecho de hacerlo, no requiere un resultado, no se dirige a ningún lado.

Ahora, si yo estoy preocupada, porque no llego a fin de mes, o estoy triste, o quizás tengo demasiadas cosas por resolver, o me siento atrapado en una vida en la que siento que suceden muchas cosas que no elegí. Entonces, poco a poco, comienzo a sentir que me voy apagando. A eso hay que sumarle los estragos que hizo la pandemia en relación a nuestro vínculo con la muerte.

Cuando el estrés se hace constante y se acumula, nos acerca a la depresión. No necesariamente es una depresión mayor, sino  esa sensación de desgano, de poca creatividad, falta de perspectiva, de proyecciones. Lo llamamos apatía.

Hoy en día, en el post confinamiento, son aún muchas las personas que continúan trabajando desde sus  hogares y continúan teniendo mucho contacto con sus parejas. Y los que han vuelto a la presencialidad, están sintiendo un cansancio sin precedentes, el retorno a lo que llamamos normalidad es también un factor de estrés más, continuamos conviviendo con la incertidumbre y la idea de muerte, que se suma al estrés por lo económico, los duelos pendientes, la imposibilidad de proyectar en términos de economía, tener poco resueltas cosas que parecían estar mejor encaminadas y la reacción violenta de salir a la calle compulsivamente, por todo aquello que no pudimos salir.

Si tenemos en cuenta que durante el aislamiento la mayor cantidad de consultas eran por la sensación de apatía respecto de la sexualidad y todo lo vinculado al deseo y hoy en día la mayor cantidad de consultas son por las disfunciones, consecuencia de la ansiedad que provoca un nuevo encuentro o simplemente un encuentro más con quien convivo. Podemos pensar que a la apatía se le ha sumado la presión de tener que rendir bien en un encuentro presencial. El resultado no es más que la sensación de fracaso constante. La mayoría de los consultantes varones ven primero un médico que, o descarta cualquier patología o receta Sildenafil  en los casos de disfunción eréctil. Y lo que termina sucediendo, con suerte, es que se logran erecciones, pero de todos modos, no se disfruta del encuentro. Las consultantes  mujeres oscilan entre la idea de anorgasmia y falta de sensibilidad en el total de la relación sexual. “El placer se ha ido”. “No siento nada”

¿Qué podemos hacer?

Yo soy de la idea de que a las crisis hay que atravesarlas, no necesariamente resignarse, pero si atravesarlas, lo que quiero decir es que si las circunstancias son desfavorables, entonces hagamos lugar a la angustia que eso provoca, hagamos las catarsis necesarias, dejemos salir todas las lágrimas necesarias, no nos presionemos hacia el estar bien y ser felices en condiciones que son las opuestas. Que el miedo y la incertidumbre formen parte del contacto con el Otro, que nos permitan acercarnos al menos desde lo  afectivo. Recién ahí, luego de habernos encontrado en el verdadero espacio en el que estamos, seguramente iremos visualizando las nuevas posibilidades que tenemos, sin dudas haciendo muchas renuncias. Pero no tengo dudas de que lo nuevo no aparece sin haberlas hecho. Buscar ayuda es fundamental. Nadie tiene que poder sólo. Caminar a oscuras no es lo mismo  si alguien me acompaña con una linterna.

Acerca de la Lic. Jacqueline Orellana Rosenberg

Jaqueline Orellana Rosenberg es psicoanalista y sexóloga recibida en la UBA (MN 49996). Escribió varios textos acerca de la sexología y los vericuetos del inconsciente.

Comenzó sus estudios en medicina, luego hizo su propio camino en la psicología clínica y se especializó en sexología, siempre con una mirada curiosa y audaz que la llevó a la investigación de nuevas técnicas que miran al paciente como un ser integral. Hoy su consultorio combina psicoanálisis y sexología en una misma sesión.

«El sexo, la muerte y el dinero continúan siendo un tabú en la sociedad actual. Tocamos estos temas superficialmente. Hablamos permanentemente de sexualidad, pero no de sexo y mucho menos de nuestro vínculo con él.” Este es el disparador de los textos de la Lic. Rosenberg.

Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial

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