Moda

En el estudio de Schiaparelli

Cada día, cuando Marco Zanini mira por las ventanas del quinto piso del número 21 de la Place Vendôme, en París, no puede evitar pensar que ve lo mismo, desde el mismo lugar, que Elsa Schiaparelli hace 60 años. Otras personas pondrían su mejor cara escéptica y seguramente burlona cuando se les pregunta si puede sentir la presencia, el aura de Elsa –rival de Coco Chanel, pionera y maravillosa genia extravagante– en esas habitaciones parisinas donde ella creó la falda-pantalóny donde recibía a Salvador Dalí y a Jean Cocteau –y hoy Zanini a Stephen Jones–. «Sí y sí», responde él con vehemencia, «puedes sentir su aura. Su presencia es encantadora y para nosotros, un tesoro«.
Marco Zanini está en plena sintonía con todo lo que significa e implica el legado, la herencia y la filosofía de Schiaparelli. En sus manos y en la primera colección que presentó hace unos meses está la prueba y no sólo por lo que boceta, cose e hilvana; en la mano izquierda tiene un enorme barco velero tatuado que le conecta de un modo especial con la diseñadora que hizo del surrealismo también un arte en el vestir. «Es un tatuaje muy atrevido que tenía muchísimas ganas de hacerme desde hace tiempo y con el que no me había atrevido porque no podía evitar pensar que quizás fuera demasiado. Pero el verano pasado me di cuenta de que había llegado el momento adecuado para hacérmelo. Elsa era de gestos muy atrevidos y siguiendo sus pasos, pensé que yo también podía tener el mío», cuenta el diseñador.
«Puedes sentir el aura de Elsa Schiaparelli en este lugar. Su presencia es encantadora y para nosotros, un tesoro»
Marco Zanini
En el estudio de Schiaparelli: En la Place Vendome
© CORTESÍA DE SCHIAPARELLI
Estos días vive por y para la segunda colección de Alta Costura que ha creado para SchiaparelliLa mostrará el 7 de julio en París y hasta entonces tiene clara cuál es el gran reto: «Reinterpretar un legado tan inmenso y hacerlo relevante hoy. Eso es en lo que he concentrado todas mis fuerzas y atención para este segundo show», dice con pasión. La misma que emplea cuando dice tajante que no cree «en el éxito de la noche a la mañana, en moda. Yo creo en tener un buen entrenamiento y eso en esta profesión conlleva años. Por eso siento que he sido un privilegiado y muy afortunado de poder trabajar al lado de tanta gente con talento: primero con Lawrence Steele, luego con Domenico Dolce y especialmente con Madame Versace durante nueve años. Cada uno de ellos me han enseñado un método y me han dado la oportunidad de presenciar cómo se hace este trabajo. Ahora, estoy en un nivel diferente. Pero todo lo que he aprendido de estas personas es un tesoro para mí«.
Marco Zanini es apasionado y vehemente. Cuando se le pregunta si escucha las canciones del autor de la banda sonora de su vida –Morrissey– en este quinto piso de la Place Vendôme responde con una sola palabra: «Siempre». ¿Y tiene alguna canción de él o de los Smiths asociada con el tiempo que lleva en Schiaparelli? «No», vuelve a expresar con energía. «Pero hay una canción de Morrissey que se llama I’m Throwing my arms around Paris que bien podría servir». Es una canción de lírica dramática –¿de qué otra forma podrían ser si los firma Morrissey?– en los que el autor dice que en la ausencia de amor y de contacto humano ha decidido abrazar París porque solo la piedra y el acero entienden y quieren su amor. La misma piedra y el mismo acero que Marco ve desde las ventanas de ese quinto piso. Los mismos que Elsa Schiaparelli veía hace 60 años. Y los mismos que ambos ven ahora cuando Marco se sitúa en el punto exacto en el momento exacto del día en el que la presencia de Elsa disfruta de la vista del estudio que habitará para siempre.


Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial

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