Turismo

Capricho del sultán de Omán con video

Entre 250 y 1.000 euros por noche es el precio de alojarse en el hotel de lujo Alila Jabal Akhdar, con vistas a la versión arábiga del Gran Cañón del Colorado.
El sultán se ha echado al monte. Qabus bin Said anhelaba la conquista de la irredenta región de Jabal Akhdar, cuyas cumbres tocan los 3.000 m. Allí se libró la guerra entre las tropas de su padre, apoyadas por los británicos, y las del imán de Nizwa, la vieja capital del interior. De nuevo, había petróleo de por medio, además de diferencias tribales y modos distintos de ver la sharia. Pero nos estamos yendo muy lejos en el tiempo: aquello sucedió en los años 50. El país hace tiempo que se convirtió en un atractivo destino de playa exento de sobresaltos. Se trata más bien de una invasión turística, para abrir la zona a la modernidad tras ser declarado parque natural hace dos años.
En uno de los paisajes de vértigo de ese macizo de 15.000 km2, el jefe de Gobierno del país arábigo ha mandado construir un hotel al borde de un acantilado. A 2.000 m, asomándose al abismo, 78 suites y una gran villa esperan la llegada de visitantes de alto poder adquisitivo. El complejo, sin embargo, no resulta nada exhibicionista; su arquitectura se camufla como si fuera un poblado de pastores.
Spa. Satisface cualquier tipo de deseo: salas privadas para masajes con tratamientos de Bali, duchas Vichy, baños de vapor…

Lo gestiona la cadena Alila, un referente en el sector hotelero en India e Indonesia. Según su director de operaciones, Guy Heywood, lo que les ha atraído hasta tan lejos es, además de la belleza natural del paisaje, «la posibilidad de arrancar con un proyecto eco de enorme sensibilidad». Lo es por detalles como el uso del sistema tradicional de irrigación de agua falaj, que desde un manantial se conduce por canales subterráneos y que, gracias a chimeneas de viento, crea corrientes de aire frío en el interior de las estancias. No obstante, conviene advertir que, en la pedregosa estepa donde se asienta el hotel, la temperatura baja 15 grados con respecto a la planicie desértica.
De hecho, como explica Heywood, «en invierno hasta es posible ver nieve». En consecuencia, también florecen los cultivos, en estrechísimas terrazas donde la labor del agricultor no es muy distinta a la de un sherpanepalí. Los paseos por los senderos y los recorridos en 4×4 por los angostos cañones son las principales actividades extramuros para los huéspedes del hotel Jabal Akhdar. Montaña abajo, se recomienda visitar la mencionada Nizwa, cuyo fuerte, del siglo XVII, es el monumento más representativo de Omán.
En el hotel podremos quedarnos durante horas admirando la garganta que lo bordea. Es la versión arábiga del Gran Cañón del Colorado. Su oferta incluye un spa que satisface cualquier deseo: salas privadas para masajes con tratamientos traídos de Bali, duchas Vichy, baños de vapor… El toque local lo ponen las cremas y jabones de enebro y agua de rosas, que se destila en la región desde tiempos inmemoriales. También lo aporta el interiorismo. «Verdaderos elementos de la cultura omaní decoran el hotel. Los adornos en cobre, los estampados de rosas y las vasijas de barro de Bahla, localidad famosa por esta artesanía, demuestran el compromiso del Jabal Akhdar con la cultura del país», presume Heywood.
Al traspasar las puertas de madera labrada, parece como si se entrara en un viejo fuerte, a punto de ser invadido, aunque en verdad es solo la modorra, tras el abundante plato de cordero, la que nos acecha.
Más información. Precio desde 250 a 1.000 euros por noche. www.alilahotels.com

Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial

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