Reishi. La Seta de la Inmortalidad

La medicina tradicional oriental ha utilizado las setas desde hace siglos, ya que aportan muchísimos nutrientes (aminoácidos esenciales, polisacáridos, proteínas, minerales, vitaminas y una gran variedad de enzimas). Sobre todo, destacan por su contenido en polisacáridos hidrosolubles (b-glucanos). Gracias a ellos, son capaces de combatir una gama de afecciones extraordianria, lo que las convierte en todo un remedio terapéutico. Así, según el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York, unos de los hospitales estadounideneses más prestigiosos en la lucha contra el cáncer, son inmunomoduladoras; es decir, ayudan a nuestro sistema inmunológico a funcionar al 100 %.

De entre ellas, destaca la seta reishi (Ganoderma lucidum), conocida también como seta de la inmortalidad. Está compuesta de B-D-glucanos, lípidos, ergoresterol, lisozimas fúngicas, glucósidos, ácido ganodérico, proteinasas…

Y se emplea contra el estrés, el nerviosismo y la inflamación. Ayuda, además, a mantener el equilibrio y la fuerza mental, favorece el reposo nocturno, estimula la circulación, protege de los radicales libres y de los efectos perjudiciales de la menopausia (sofocos, irritabilidad, anisedad) e incrementa las defensas naturales del organismo.