El Yoga como camino de vida
El Yoga se ha convertido en una práctica habitual en los últimos años por ser una excelente disciplina para mantener el cuerpo sano, flexible y fuerte. Pero limitarnos a lo físico es perdernos la oportunidad de sentir otros planos en que el Yoga puede cambiar y embellecer nuestro día a día.
Como camino de vida se refiere a cuidar mi salud, elegir cómo quiero que sea mi vida, qué tipo de energías quiero darle a mi cuerpo, mi mente y mis emociones. Engloba a todo el ser. Es poder controlar la mente y trascender las sensaciones que preceden.
Más allá de que cualquier actividad física es muy beneficiosa para el cuerpo, en el caso del Yoga, cambia la mente. Este cambio en la vibración de nuestra mente, hace que cambie nuestra percepción del entorno y con ello toda la vida. Se empieza a ser más consciente del momento presente y te aleja del estrés.
Y cualquier cambio en los pensamientos cambia la manera de ver la realidad llevándote a soltar expectativas, bajar la ansiedad, a no reaccionar impulsivamente, cambia la forma en la que nos alimentamos y te reconcilia con el cuerpo.
La práctica para fortalecer mi propia salud incluye:
- Alineación corporal y fortalecimiento sin lesionarme
- Meditación
- Manejo del stress,
- Habitar el silencio
- Desarrollar mi autodisciplina y camino de superación
Al comenzar la práctica del Yoga uno gasta energía y se cansa, pero con la autodisciplina y la práctica sostenida se abren otras dimensiones internas, espirituales y energéticas que van trabajando sobre otras áreas de nuestra personalidad y salud general. Por ejemplo practicar Vinyasa Flow es hacer un trabajo de: Cardio + Prevención postural +Meditación, las tres bases para prevenir y aliviar gran parte de las enfermedades modernas.
Todo aquel que práctica con el corazón abierto recibe sus frutos, más tarde o temprano algo empieza a cambiar, una luz distinta aparece en la mirada, la sensación de superarse pero sin competir con otros. Los centros de energía llamados Chakras comienzan a destrabarse y las cosas toman otro color. La flexibilidad, el equilibrio, la fuerza, la profundización de la respiración, el silencio interno, la autosuperación y la humildad ante mis límites comienzan a hacerse parte de la cotidianeidad y salirse de la clase para comenzar a teñir el resto de mis actividades. La clase terminó, pero el estado de Yoga continúa decimos al terminar la clase. Entonces el Yoga deja de ser ese ratito de clase y comienza a ser un estado cotidiano, una actitud y una fortaleza para enfrentar la batalla diaria.
Además, el Yoga no es un deporte. No hay que competir, ni ser mejor que nadie, sólo se busca la mejor versión de uno mismo. Es una filosofía y hay que practicarla con coherencia y respeto. La práctica de las posturas, debe hacerse con honestidad. No forzar, ni juzgarnos puede convertirse en un gran reto.
Por eso, todos los que enseñamos yoga, decimos que las asanas son sólo la puerta de entrada. Un Yoga sin meditación, sin estudio ni autoestudio y sin maestro, es Fitness. Está muy bien, pero no esperemos un cambio de eso.
Marcela Fittipaldi
Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial