Floris, el perfume de lujo que crea sensación en Londres

Los menorquinos Floris llevan 300 años haciendo perfumería de lujo en Londres. Edward Bodenham, novena generación, continúa el legado.

Se levanta y me saluda encantador Edward Bodenham y me envuelve inmediatamente una fabulosa fragancia que emana de él, de algún lugar que no logro identificar. Luego sabré que huele a Elite, su Floris favorito, que suele pulverizar generosamente en el interior de su chaqueta y en el pañuelo de su bolsillo («así voy dejando una estela con cada movimiento que hago»…).

En su visita a Madrid, Bodenham presentó la última creación de Floris desde 2013: el femenino Chypress, una potente eau de toilette (98 euros, 100 ml) de bergamota.

Sin apenas dejarle que tome asiento otra vez le pregunto: «¿Pero tuvo usted alguna posibilidad de evitar su destino?». Por toda respuesta, suelta una sonora carcajada mientras niega con la cabeza: «No, no la tuve. En absoluto». Mi pregunta viene a que Edward Bodenham (Ascot, 17 de febrero de 1974) bien podría llevar el sobrenombre de Floris noveno: es nariz y pertenece a la novena generación al frente de la marca creada por su antepasado, Juan Femenías Floris, un menorquín que en 1730 partió a Londresa establecerse como perfumista.

Su boutique, en la que vendía colonias, peines y artículos de barbería, sigue ocupando el local original, en el 89 de Jermyn Street, un edificio que también albergaba la residencia familiar en la planta superior y el taller de perfumes en el sótano. Floris cuenta con el sello de la casa real inglesa desde 1820 y entre sus clientes figuran desde Winston Churchill a Eva Perón, pasando por Marilyn Monroe hasta llegar a Kate, duquesa de Cambridge. «¿Sabe por qué tuvo tanto éxito mi antepasado? Porque en 1730 Londres era un lugar fétido. Y mi nonabuelo proponía fragancias cítricas, frescas y muy ligeras«, afirma.

De su infancia conserva recuerdos felices y aromáticos correteando por la tienda que en aquellos años regentaba su abuelo: «Me maravillaban el laboratorio y el taller y lo que de allí salía. Lo llamábamos the mine (la mina) y nos parecía lo más misterioso del mundo. Un poco aterrador. Pero fascinante». Acuciado por el peso de las ocho generaciones anteriores que han regentado el negocio de forma ininterrumpida, se formó y estuvo preparado cuando llegó su momento en Floris tras pasar por Lancôme, Rochas, Paco Rabanne y Calvin Klein. Hoy es el nariz y director perfumístico y vela por un legado que ha decidido ampliar: «He trabajado durante mucho tiempo en la casa y la conozco desde niño, así que entiendo bien qué es Floris y qué no es. Sería difícil meter la pata. Aun así, antes de lanzar un perfume nuevo siempre me hago una pregunta: ‘¿Qué diría el abuelo?’«. Además de esa aprobación espiritual, de él ha tomado su fragancia, Elite: «Me echo una y otra vez a lo largo del día y eso es un problema: cuando llevas mucho tiempo usando la misma, tiendes a ponerte demasiada y vas agobiando a todo el mundo y ni siquiera te das cuenta».

Fachada de la primera tienda Floris, en el 89 de Jermyn Street, en Londres. La estableció el menorquín Juan Femenías Floris.

Se ríe cuando le pregunto si por culpa del Brexit va a tener que volver al puerto de Mahón del que partió el primer Floris trarumbo a lo desconocido: «Nada de eso. De momento el Brexit sólo nos ha traído una gran cantidad de turistas que aprovechan a visitar Londres ahora que la libra ha bajado. Y la crisis la hemos vadeado bien. Ya superamos en su momento las anteriores. Cuando llega una de estas hay algo reconfortante en tener una marca que lleva tantos años presente en la historia». Además de trabajar con sus equipos y visitar sus tiendas, Bodenham es ante todo un nariz: «No me la cuido de forma especial, no me la masajeo ni nada. Lo que sí procuro es entrenarla todo el rato. No dejo de oler y oler materias primas y me pongo a prueba constantemente a ver si las reconozco».

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