Las nuevas Barbies suponen el primer paso de Mattel hacia la diversidad corporal
El target clásico de la muñeca, las niñas, estaban hartas de jugar con una figura que no las representaba.
Foto: Mattel
Una de estas Barbies ha de helarte el corazón.
Su razón de ser tiene tanto que ver con cuestiones de sensibilidad como con el frío análisis del mercado ”
Cuando Mattel anuncia tres nuevos modelos para su icónica muñeca(«alta», «con curvas» y «petite», en su terminología oficial), lo que está haciendo es reconocer una evidencia: en pleno 2016, el estilo de vida y el canon corporal que identificamos de forma intuitiva con Barbie había dejado de ser una idealización color de rosa para convertirse en pura patología. No ha sido el primer paso en esa dirección, o no del todo: llevamos años conviviendo con Barbies afroamericanas o asiáticas, pero los especialistas podrán corroborar que se trataban de simples variaciones sobre las mismas proporciones de siempre. Las nuevas Barbies suponen el primer paso de Mattel hacia la diversidad corporal, y su razón de ser tiene tanto que ver con cuestiones de sensibilidad como con el puro, frío análisis del mercado.
Barbie entra en el siglo XXI porque la infancia está cambiando ”
«Al introducir más variedad en la línea, Barbie está ofreciendo a las niñas opciones que reflejan mejor el mundo tal como lo ven ahora», afirma Mattel en un comunicado oficial. Es una manera de reconocer que le estaba costando seguir vendiendo un icono que, con el paso de las décadas, fue alejándose más y más de cualquier figura marginalmente mamífera, hizo las delicias de los aficionados a la psicología pop al inspirar su propio síndrome y sirvió como centro para cientos de estudios universitarios sobre acepación corporal y roles femeninos en la sociedad patriarcal. Barbie era, en otras palabras, un problema de relaciones públicas. Su nombre de marca ya era un adjetivo con connotaciones increíblemente negativas. Sus intentos a medio cocinar de promover una cierta forma empoderamiento (¡Barbie presidenta!) no convencían a casi nadie: era necesario un cambio radical.
Y la razón es tan sencilla como, en el fondo, poética: las niñas sencillamente estaban dejando de jugar con una amazona glamurosa que lleva stilettos como una segunda piel, puede atrevesar barrotes de prisión con su cintura de avispa y es más blanca que las primeras nieves. Barbie seguía siendo una superventas y una titana en el mercado de coleccionistas, pero ya había perdido su relevancia en el tejido cultural y, sobre todo, en los dormitorios infantiles. ¿Por qué las niñas no iban a preferir construir algo con Lego (marca que, por cierto, acaba de lanzar su primera figura humana en silla de ruedas)? Casos como el de Rey, inexplicable ausencia en la primera ola de merchandising de ‘Star Wars: El despertar de la Fuerza’, o la Viuda Negra ya pusieron a Disney sobre la pista: nuestros conceptos de muñeca están cambiando porque la propia sociedad, y con ella la infancia, está cambiando.
GQ: =»http://m.revistagq.com/actualidad/cultura/articulos/nuevas-barbies-2016-infancia-cambia/23264»
Marcela Fittipaldi
Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial