Un frasco fetiche

Por Sandra Fernández

En 1908 la casa francesa creó Muguet, apodado «el aroma de la buena suerte». Desde 2006 se relanza cada mes de mayo en una serie limitada.

Los adictos a los perfumes, que los hay, saben que la firma Guerlain realiza verdaderas virguerías. Creaciones preciosas tanto en lo que se refiere a la composición de las fórmulas como a sus frascos, auténticas obras de arte, capricho de coleccionistas. En 1908, la casa francesa compuso uno de sus jugos emblemáticos: Muguet, apodado desde sus orígenes como «el aroma de la buena suerte». Se trata de una fragancia verde y fresca pese a que su apariencia es la de uno de esos aromas densos que parecen decir: «Mírame y no me toques». A la nota de muguet, también conocida como lirio del bosque, se suman las de lilas y rosas, y la de una flor más opulenta, el jazmín, que aporta un inesperado toque sensual. Los maestros vidrieros Pochet et du Courval crearon una espectacular botella llamada Frasco Floral.

En mayo de 2006 Guerlain recupera Muguet, que había dejado de fabricarse, y adopta la costumbre de relanzarla cada mes de mayo en una serie limitada y numerada de envases, reinterpretados por alguno de los Maestros Artesanos franceses certificados. Esta prestigiosa serie, etiquetada como Colecciones Exclusivas, celebra la llegada de la primavera y la relación estrecha de la marca con las artes. Desde entonces ha habido diseños notabilísimos. En 2011, fue la Casa Créanog, experta en la escultura en papel, la encargada de reinterpretar la botella. Laurent Nogues, fundador de la empresa (que recibió en 2011 la distinción honorífica Maestro del Arte) rescató el frasco llamado Cuadrilobado (cuya forma data de principios del siglo XX) y lo adornó con una filigrana increíble: un diseño gráfico de lirios del valle estilo art decó, cuyos deliciosos relieves de tallos y campanillas poco tienen que envidiar a los naturales. De aquella edición de 60 ml se lanzaron 1.349 piezas numeradas en todo el mundo.

Una joya

En 2012, fue la Casa Gripoix fundada en 1869 y especialista en crear joyas exclusivas para la alta costura parisina, la invitada a recrear Muguet. Su aportación a la serie fue una hoja de pasta de vidrio dorado que alberga una campanilla nacarada. La hoja, inspirada en un adorno creado por Gripoix en los años 20, es un colgante que pende del cuello con un hilo de oro. Se editaron 1.345 piezas de 60 ml.

Miguet Biscuit. El frasco de 75 ml cuesta 430 euros.

Para la colección de este año, Guerlain ha apostado por un arte que cuenta con una gran tradición en Francia: la porcelana. Briggitte de Bazelaire, ceramista parisina de renombre, ha retomado el Frasco Floral dotándole de un aspecto primaveral y un pelín naïf y fabricado en porcelana biscuit(que se obtiene mezclando caolín, cuarzo, feldespato y agua) de un blanco inmaculado. Para la ejecución de un envase que es una verdadera proeza técnica, Bazelaire ha contado con Artoria, un reconocido especialista que en 2007 obtuvo el prestigioso distintivo «Empresa de Patrimonio Vivo». La andadura de esta manufactura francesa situada en Limoges se remonta a 1920.

El proceso de elaboración parte de un molde que se rellena de Barbotine (la porcelana aún en estado líquido); el molde, compuesto por seis partes, se abre para liberar el frasco que se deja reposar alrededor de 10 horas para que se seque antes de someterlo al proceso de cocción. Previamente, se realizan a mano los acabados en relieve. Tras una primera cocción a 900° C se deposita un anillo de esmalte en el cuello de la botella para asegurar su cierre y se procede a una segunda cocción a 1.400º C. Después del secado, la porcelana adquiere un color blanco puro. Se anuda entonces a mano una cinta de organdí verde en un lazo de cuatro bucles. El frasco se lanza en una edición limitada a 1.659 piezas numeradas.

Más información. www.guerlain.com

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