Tecnología

La pequeña cámara que conquista Internet

Tras perder tres millones de euros, Nick Woodman ideó un dispositivo para tomar imágenes mientras surfeaba. Ya ha vendido nueve millones. Deportistas, televisiones o el Ejército de Estados Unidos la han hecho suya. Ahora sale a Bolsa.
Dicen en Silicon Valley que lo mejor que puede pasarte en la vida es que tu idea de negocio sea un éxito y lo segundo mejor que sea un fracaso. Con una cultura empresarial y un mercado en ebullición, saber por experiencia qué puede fallar en una start-up es una habilidad muy cotizada entre los inversores. Y pocos casos ejemplifican esta máxima como el de Nick Woodman (Woodside, EEUU, 1975). Con 39 años es uno de los millonarios más jóvenes del valle y el fundador de una de las empresas del momento: GoPro. Su producto estrella es conocido por cualquier deportista de riesgo: una pequeña cajita, no mucho mayor que una de cerillas –su último modelo, entre 249 y 449 euros, mide 42x60x30mm y pesa 74 gramos–, impermeable y capaz de acoplarse a un casco, una tabla o un manillar con la que se puede grabar vídeo con calidad Full HD y a alta velocidad, lo que permite crear espectaculares escenas a cámara lenta.
Las imágenes registradas con ella se han convertido en una constante de la Red. El canal de la empresa en YouTube acumula 1,6 millones de suscriptores y los 10 vídeos más vistos, entre los que hay tres meramente promocionales de sus modelos, suman más de 160 millones de visitas combinadas. La mayoría de las competiciones deportivas cuenta con varias unidades como apoyo a las cámaras convencionales. Se usan para mostrar escenas desde el punto de vista del deportista o desde ángulos imposibles de captar por un operador humano. Tienen conexión inalámbrica y pueden controlarse desde un móvil o con un mando a distancia. Según Forbes, los Rolling Stones las usan en sus conciertos y tanto el Ejército como diversos cuerpos policiales de EEUU las emplean en sus maniobras de entrenamiento. El austriaco Felix Baumgartner se lanzó desde la estratosfera en 2012 con varias. Los tres paracaidistas detenidos el pasado lunes 25 de marzo por haberse tirado desde lo alto del One World Trade Center el 30 de septiembre del año pasado filmaron su salto con una cámara GoPro.
En los últimos tres años las ventas de cámaras digitales han caído en picado. Según la Asociación de Fabricantes de Cámaras (CIPA, por sus siglas en inglés), que agrupa a los principales productores japoneses, en 2012 se comercializaron más de 100 millones de unidades; en 2013, apenas 61 millones. Las ventas de GoPro, sin embargo, no han parado de crecer, a pesar de que cada vez hay más rivales en el terreno de las cámaras de acción, algunos, como Sony, con una amplia experiencia en el mundo de la imagen. En 2012 la compañía vendió 2,3 millones de dispositivos y aunque los números de 2013 aún no son oficiales la mayoría de los analistas creen que la cifra se doblará.
Para Woodman no sería una sorpresa. Es lo que ha pasado año tras año desde que vendió su primera cámara en 2004. Una estimación aproximada, considerando el ritmo al que ha ido creciendo su facturación permite sugerir que desde entonces ha vendido en torno a nueve millones de unidades. Pero hay algo que sí va a ser diferente en 2014. Este año es el elegido para dar el salto a la Bolsa. La compañía acaba de hacer públicos sus planes para comenzar a cotizar en el mercado de valores americano. Espera recaudar entre 300 y 500 millones de euros. La última vez que se especuló sobre su posible valor, en diciembre de 2012, GoPro –ahora con más de 300 empleados– rozaba los 2.500 millones de dólares (1.800 millones de euros).
En los últimos dos años el número de empresas de tecnología que se lanzan al parqué se ha disparado, aunque la recepción no ha sido siempre buena. Facebook perdió casi la mitad de su valor de salida en el primer año en el mercado (hoy cotiza casi al doble). Twitter, en cambio, subió rápidamente tras su salto a Bolsa. La última compañía tecnológica en llegar al mercado, king.com (creadores del juego Candy Crush) perdió casi un 16% su primer día de cotización. La sensación en Silicon Valley es que la fiebre por invertir en tecnológicas no es tan alta como hace una década.
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Lo que pueda pasar con GoPro en la Bolsa de Nueva York o en el Nasdaq es, pues, un misterio. Pero hasta ahora, la de Woodman es una de esas historias destinadas a acabar como caso de estudio de las mejores escuelas de negocio. En 1999, recién salido de la Universidad de California y con solo 22 años, creó una compañía de marketing y videojuegos llamada Funbag. Era el momento idóneo para lanzarse a una aventura empresarial en EEUU. En plena fiebre puntocom, las firmas de capital riesgo financiaban prácticamente cualquier idea que tuviese un dominio en la web. Woodman, joven y carismático, llegó a acumular casi tres millones de euros procedentes de diversos inversores. Pero Funbag, como muchas otras start-ups, no se salvó del estallido de la burbuja. En abril de 2001 su fundador se quedó sin dinero y sin esperanzas de encontrar nuevo capital. «Nunca había fallado en nada, salvo en clases de programación, así que mi primera reacción fue pensar: ‘Tal vez esto no es para mí’», recuerda.

En la cresta de la ola

Abatido, decidió centrarse en su gran pasión, el surf. En 2002 viajó por el Pacífico Sur persiguiendo las mejores olas con su tabla. Un viaje para despejar la cabeza, olvidar el fracaso y pensar en el futuro. Se había puesto como meta triunfar como empresario antes de los 30, así que apenas le quedaban cuatro años de plazo.
Fue sobre una ola en Indonesia donde le llegó la inspiración para su nuevo negocio. Woodman, como muchos otros surfistas, quería fotografías para recordar sus mejores hazañas, pero le era imposible sostener una cámara mientras montaba en la tabla y el equipo que usaban las revistas de surf de la época resultaba demasiado caro. Su solución fue improvisar una muñequera de neopreno para sujetar una cámara analógica desechable a su mano. El nombre, GoPro, daba a entender que las fotos tendrían el mismo aire que las tomadas en eventos profesionales. «En cuanto dejé de pensar constantemente en buscar una buena idea de negocio y me centré en hacer lo que me gusta, disfrutar del surf, la idea vino a mí», resumía en 2012.
Le gustó tanto que volvió a California dispuesto a mejorar el prototipo con la esperanza de venderlo a los surfistas americanos. Ni siquiera era un proyecto especialmente ambicioso. «Me dije que si podía ganar unos cientos de miles dólares al año con esto, genial», recordaba en una entrevista en Forbes en marzo de 2013.
VÍDEOS MÁS VISTOS GRABADOS CON GOPRO. GoPro HERO3: Almost as Epic as the HERO3+.Imágenes de esquí, bici, surf o buceo extremos montadas con música del canadiense Overwerk. Fue subido a YouTube en octubre de 2012. 29 millones de visitas.

Aún disgustado por haber perdido el dinero de los inversores en su primera empresa, decidió financiar su aventura personalmente y de manera poco ortodoxa. Junto a su novia –ahora esposa–, Jill Scully, compró 600 cinturones artesanales en un mercadillo de Bali por 1,90 dólares (1,38 euros) la unidad. Después pasó meses vendiéndolos por las playas de California desde su furgoneta por casi 30 veces más. Con ese dinero y un préstamo de su madre, comenzó a trabajar en su primer producto comercial. Fueron dos años de ajustes y modificaciones, con jornadas de trabajo de más de 18 horas consecutivas. «Puedo ser muy disciplinado. Bebo mucha agua también. En esos días me sentaba a trabajar con una de esas bolsas de agua como las que utilizan los corredores para no tener que levantarme e ir a la cocina», confiesa. Las cámaras digitales eran todavía muy caras y limitadas, así que los primeros modelos fueron analógicos, cámaras de 35 mm compradas a un proveedor chino y que costaban poco más de dos euros. Lo importante era el innovador sistema de sujeción que la anclaba a la muñeca, no la calidad de la imagen.
En 2004, con el producto ya terminado, fundó oficialmente GoPro y, junto con su amigo, y primer empleado, Neil Dana, comenzó a recorrer las tiendas de surf de California para tratar de venderlo. Aparecieron en canales de teletienda locales y cerraron su primer gran acuerdo de distribución en un encuentro de deportes de riesgo en San Diego. En sus primeros 12 meses de vida amasaron casi 350.000 dólares en ventas. No solo fue un éxito entre los surfistas. Cualquier amante de los deportes extremos tenía ahora una opción barata con la que capturarse a sí mismo sin perder el control de la tabla, la bicicleta o el monopatín.
En 2006 GoPro dio el salto a la tecnología digital. Gracias a ella, el dispositivo era capaz no sólo de tomar instantáneas sino también de grabar 10 segundos de vídeo. Sólo un año antes tres exempleados del portal de subastas online eBay habían fundado una compañía para alojar vídeos en la Red, YouTube. La mezcla fue explosiva. Los vídeos grabados con GoPro empezaron a circular de forma viral por la Red, sobre todo entre amantes de los deportes de riesgo.

Pasión y negocio

Mantener el control de la empresa durante los primeros años fue una de sus mejores decisiones. «Financiar tú mismo tu propia idea te da total libertad creativa. Si necesitas dos o tres años para crear un producto puedes hacerlo sin la sensación de urgencia que suelen traer los inversores», asegura Woodman. Sin embargo, desde 2007, con ingresos multimillonarios, se empezó a plantear abrirse más allá del círculo de familiares y amigos. La compañía era rentable desde el primer día, pero era evidente que para crecer necesitaría apoyo externo y una estructura más formal. Eli Harari, fundador de la empresa de memoria SanDisk y amigo de la familia, fue uno de sus asesores. «Vas a convertirte en la primera empresa del mundo de cámaras de acción. Céntrate exclusivamente en ese mercado», le aconsejó.
OTRAS CÁMARAS DE ACCIÓN. Sony Actioncam.Como las últimas GoPro, tiene conexión WiFi integrada y graba vídeo con calidad HD. Sumergible (con una carcasa especial, incluida), tiene un ángulo de visión de 170 grados. Pesa 65 gramos. 399 euros.www.sony.es

En 2011 consiguió cerrar una ronda de financiación de 88 millones de dólares dirigida por el fondo de capital riesgo Riverwood Capital. En 2012 el principal proveedor y fabricante de cámaras GoPro, Foxconn, se hizo con el 9% de la empresa por 200 millones de dólares. Con la valoración resultante de esa inversión Woodman, aún con más del 40% de la empresa bajo su control, consiguió entrar en la lista de milmillonarios de la revista Forbes. Hoy ocupa el puesto 1.312 (el 99 entre los magnates del sector tecnológico), con una fortuna estimada en 1.300 millones de dólares (944 millones de euros).
El puesto se lo ha ganado por su capacidad de trabajo inagotable –persiguió durante años a responsables de grandes almacenes y tiendas deportivas para que distribuyeran sus productos–, pero también por la naturaleza viral de los vídeos que graban sus usuarios. «Nuestros clientes son tan apasionados que son los que han hecho crecer la empresa. Suben un vídeo de lo que han hecho e inspiran a otros a comprar una cámara para grabarse. Es como una gran bola de nieve», dice. ¿Acabará esto en algún momento? Woodman, que aún encuentra tiempo todos los meses para hacer surf en las playas de México y California, lo tiene claro: «Mientras haya gente apasionada por el deporte, yo creo que no».

Más información. es.gopro.com

Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial

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