Viajar con Niños en Avión
21/03/2013
Bien pertrechada de juguetes, comida, bebida, ‘chuches’ y mucha paciencia, será más fácil hacer que tus hijos se comporten bien a 30.000 pies de altura.
Una de las pruebas más duras por las que tiene que pasar una madre es, sin duda, la de viajar en avión con sus hijos. Y si lo hace sola, sin ayuda del padre de las criaturas o de un familiar, que tenga claro que la experiencia le será aún más dura. Puede sonar dramático, pero es fácil de entender si nos ponemos en su piel: horas encerrada con los críos en un espacio reducido, más el tiempo de espera en el aeropuerto, la dificultad de tener que explicarles a los pequeños (si son mayores de dos años) la necesidad de tener que ir amarrados a un cinturón de seguridad, lloros provocados por la presión, las ganas de hacer caca y pis y la tensión al observar las caras largas de los señores de al lado que miran a la mamá de reojo pensando: “Por qué narices esa mujer no es capaz de controlar a sus hijos”.
La edad marca la diferencia. La suma de todo da como resultado a una madre a punto de sufrir un ataque de histeria que mira a su reloj cada décima de segundo rezando para que el tiempo pase muy deprisa y se acabe por fin la pesadilla. Sin embargo, hay que diferenciar el viajar con bebés, cuyo lloro es prácticamente inevitable, y con niños a partir de tres años, que saben perfectamente que eso de dar pataditas al respaldo delantero está muy feo. “En un traslado aéreo, donde muchas personas coinciden en un reducido habitáculo, se espera de todos y cada uno de los pasajeros que respeten unas mínimas normas de educación y convivencia, entre las que destacan ser tolerante, amable, respetuoso, prudente, paciente, humilde y simpático”, cuenta Mar Castro, experta en protocolo y autora de Protocolo Social para Jóvenes. (Ed. Protocolo).
Tienes que darles ejemplo. Se espera, por lo tanto, que el resto de pasajeros sean pacientes con tus hijos, pero igualmente también que estos no se comporten como unos salvajes; es decir, que no hablen a gritos ni se insulten, ni toquen la cabeza o los brazos del viajero del asiento de enfrente o no le salpiquen con agua, leche o zumo, ni se pongan de pie en la butaca. Estas son algunas normas básicas que deben respetar los niños en sus desplazamientos, pero tú también puedes poner de tu parte. No se puede esperar de repente que un niño practique normas de respeto y comportamiento. Es un proceso gradual que se va ejerciendo día a día y tu ejemplo jugará un papel fundamental en esta evolución. Ser previsora, no perder los nervios y saber entretenerles te ayudará a sobrellevar el viaje lo mejor posible. Pero también la experta en protocolo nos da algunos consejos.
Lo que debes tener en cuenta:
-Los bebés viajan en brazos de los adultos porque no se paga billete por ellos, pero sí hay que abonar un seguro de vuelo y reciben tarjeta de embarque. Si quedara un asiento libre, no dudes en pedir permiso al personal de vuelo para utilizarlo. Pide también una cuna homologada. Estaréis más cómodos.
-Conviene tener a mano un bolso XXL con ‘potitos’, biberones, tentempiés o aquellos productos que estimes más convenientes para calmar su hambre, sed o nerviosismo.
-Lleva unos cuantos juguetes. Pero eso sí, comprueba que ocupan poco espacio y no emiten sonidos. Tebeos, libros de pegatinas o para colorear, o muñecos articulados son algunas ideas.
-Las maniobras de despegue y aterrizaje producen un zumbido en los oídos que suele provocar llantos en los pequeños; se puede atenuar con el chupete, dando de beber de un biberón o una pajita, mordisqueando galletas o mascando chicle.
-Si el vuelo es largo, intenta planificar el trayecto durante la noche, ya que se dormirán fácilmente y tú también podrás descansar. Y no olvides pedir asientos cerca del baño, así importunarás menos a los viajeros que estén a tu lado.
Otras opciones:
Tren. Es el medio de transporte preferido por casi todos los niños y también por los padres. En él se entretienen muchísimo: por la vista panorámica, por la posibilidad de dar un paseíto a la cafetería, porque hay mucho más espacio para moverse y porque los lavabos son más grandes. El inconveniente es que se suele tardar más y que hay destinos a los que es imposible llegar por este medio.
Barco. Si son cruceros, tienen animadores, clubes para niños, piscinas, fiestas infantiles y menú especial para ellos. ¿Inconvenientes? Los mareos y que, si nuestros hijos son muy pequeños, hay que andar con mil ojos porque en un barco hay muchos obstáculos y peligros.
Marcela Fittipaldi
Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial
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