Dior teje sus joyas en oro

Sandra Fernández

La fundición a la cera perdida y el grabado a cincel, dos técnicas dominadas por el ‘savoir faire’ del taller orfebre parisino, han logrado la proeza de transformar el oro en cordón. Trenzado y entrelazado con diamantes y piedras de colores, este cordel da forma a los brazaletes, pulseras y anillos que componen la colección de Alta Joyería My Dior, y que constituye una nueva interpretación del emblemático ‘cannage’ de la casa.

Este motivo, que el diseñador tomó del asiento de paja de las sillas que importaba la Compañía de las Indias, ha sido adaptado a diferentes superficies a lo largo de la historia de la maison, como la del bolso Lady Dior de 1995 o, más recientemente, la de las polveras.

Victoire de Castellane, directora creativa de la joyería Dior, firma esta nueva secuela del ‘cannage’, que anuda a los recuerdos de la firma los suyos propios. Entre otros, uno que se remonta a principios de los años 70, cuando acompañó a su madre en la que sería su primera visita a la boutique Dior.

Fue entonces cuando, paseando entre las refinadas clientas, descubrió los códigos de la casa cifrados en detalles como las molduras ornamentales, el omnipresente gris perla y, por supuesto, las sillas estilo Napoleón III con su asiento de entrelazado propio de la cestería.

Para realizar My Dior, Castellane ha seguido su protocolo habitual. Primero esboza la pieza en un ‘Post it’. Lo pasa después con lápiz a un papel y, finalmente, lo dibuja con acuarela. Ésta es remitida a varios talleres de orfebrería parisinos para que realicen un prototipo que ha de ser no sólo bello y perfecto, sino también confortable; lo cual pasa por dotarle del volumen, las proporciones y el tamaño idóneos.

Una vez que el prototipo ha sido aprobado, se saca un molde al que se inyecta la cera, que se derretirá en la fundición para dejar su hueco al oro. Los precios de las diferentes piezas de la colección oscilan entre los 2.000 y los 20.000 €.

Más info: www.dior.com