Hilary Rhoda, la ‘cara’ de la América de lujo
26/07/2014
Hilary Rhoda lleva top de Carolina Herrera New York.
Foto: Tetsu Kubota
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Con 27 años, la modelo encarna el canon de la belleza (y estética) estadounidense que más vende.
Dicen de ella que es la encarnación de la «belleza americana», y lo cierto es que, en su caso, el apodo no le puede ir más al pelo: criada en Chevy Chase, un suburbio pijo a las afueras de Washington, y educada en un colegio católico de señoritas, a Hilary le pega mucho más casarse con un Kennedy que colgarse las alas de ángel y lucir tanga en un desfile de Victoria’s Secret. Pero, para disgusto de las monjas de su colegio, fue lo segundo lo que la chica de cejas brookeshieldsianas y ojos esmeralda eligió como profesión.
Lo suyo fue entrar por la puerta grande: antes de terminar el bachillerato, ya había protagonizado varias campañas para Hollister y Ralph Lauren fotografiadas por Bruce Webber. «Fue divertido porque, en aquella época, los únicos sitios donde comprábamos ropa las chicas de mi edad eran precisamente Abercrombie & Fitch, Hollister y Ralph Lauren. Los fines de semana no llevábamos otra cosa; era casi nuestro atuendo oficial». Hoy se confiesa enganchada a Net-a-Porter y a los zapatos de Tabitha Simmons, pero en el patio de recreo del Saint Jane de Chantal su relación con la moda era más bien inexistente: «Me encantaba llevar uniforme y no tener que pensar qué ponerme. Además, sin chicos alrededor, la relación entre las alumnas era buenísima, sin rivalidades, sin competición. Aún hoy son mis mejores amigas».
Americana (2.185 €) y pantalón (1.025 €), ambos de Proenza Schouler.
Foto: Tetsu Kubota
No se arrepiente de no haber seguido a sus compañeras a la universidad. «Llevo viajando desde los 16 años, y creo que he aprendido cosas más importantes. Esta profesión te enseña, por ejemplo, a aceptar las críticas y el rechazo. Cuando empecé a hacer castings en Nueva York o Milán, me descartaban una y otra vez por parecer «demasiado americana». A veces quieren que seas pelirroja; otras veces, más alta o más baja, o simplemente diferente… No pasa nada, pero en este mundillo en ocasiones te encuentras con gente con muy poca sensibilidad, muy fría a la hora de darte el no definitivo, y eso te prepara para que, con el tiempo, no te importe nada lo que los demás piensan de ti», afirma con la seguridad que le aportan sus más de 10 años de carrera.
Poco se sabe de su vida personal. Nunca aparece en publicaciones que no sean de moda, ni al anunciar recientemente su compromiso con una exestrella de hockey. Ella es de las que, sin hacer mucho ruido, ha ido escalando puestos hasta convertirse en una de las mejor pagadas de la industria. De hecho, su nombre figura en los ranking de las modelos con mayores fortunas, rebasando a topscomo Arizona Muse o Lara Stone. En gran parte se lo debe al hecho de haber sido imagen de una de las marcas de belleza más potentes de Norteamérica. Cuando firmó su contrato con Estée Lauder hace siete años, se compró un apartamento en el East Village neoyorquino, donde también viven Jessica Stam, Caroline Trentini y varias maniquís de su quinta a quienes hace tiempo que no vemos ocupando portadas. «Estos contratos te sitúan a otro nivel, en el que no tienes que decir que sí a todo lo que te ofrecen. Puedes elegir con más libertad».
Camisa (290 €) y pantalón (c. p. v.), ambos de Michael Kors.
Foto: Tetsu Kubota
Como buena estadounidense, le horroriza hablar de dinero o de política, pero confiesa que se gasta una fortuna en su rutina de fitness. De hecho, Hilary da clases con la entrenadora de Gwyneth Paltrow y Madonna, Tracy Anderson, cuyo método de ejercicios y dieta espartana han transformado su cuerpo –que solía tener más curvas– en el de una atleta. «Es caro, pero me hace sentir bien y creo que es bueno para mi trabajo», dice. Su nuevo físico, más atlético, ha convencido al jurado del casting de Victoria’s Secret por segundo año consecutivo. «Es un grupo tan pequeño de chicas el que llega a ese desfile que me siento muy orgullosa de haberlo conseguido».
Son los cuerpos más deseados del planeta; y son muchos los rumores en torno a las exigencias que deben asumir: ¿dietas imposibles?, ¿entrenamientos extremos? Rhoda asegura que ella no es de las que se mata un mes antes del gran evento: «Tiene mucho más sentido entrenar todos los días y mantener una relación sana con la comida que morir de hambre antes del desfile subsistiendo a base de zumos». Se declara tan fan de la vida sana y el deporte que incluso ha pensado en dedicarse a ello profesionalmente. De hecho, acaba de firmar con una agencia de representación artística en Los Ángeles con la idea de hacer televisión o lo que se cruce en su camino. «Actuar me da pánico, pero si me pones en un plató, sé que puedo hacerlo», cuenta ilusionada. Con una sonrisa y cogiendo a sus chihuahuas Winnie y Chloe en brazos, se despide del equipo y, tras esconderse en un abrigo que la tapa desde la coronilla hasta los pies, se pierde por las calles de Nueva York.
Vestido de piel de 3.1 Phillip Lim (1.285 €).
Foto: Tetsu Kubota
Jersey troquelado (c. p. v) y pantalón (c. p. v.), ambos de Yigal Azrouël.
Foto: Tetsu Kubota
Top de Helmut Lang (c. p. v.).
Foto: Tetsu Kubota
Top (1.201 €) y pantalón (654 €), ambos de Alexander Wang.
Foto: Tetsu Kubota
Abrigo (c. p. v), top (c. p. v) y falda (c. p. v.), todo de The Row.
Foto: Tetsu Kubota
Marcela Fittipaldi
Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial
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