Alfa Romeo 4C
24/09/2013
El 4C es un coche apasionante, con las prestaciones y el rendimiento de un superdeportivo extremo, pero al mismo tiempo fácil de conducir. Un producto excepcional, tanto por su tecnología como por ese estilo italiano inconfundible, y que transmite increíbles sensaciones al volante. En definitiva, el producto que reconciliará a los verdaderos amantes de los automóviles con una marca que no ha sabido mantener su impresionante legado en las últimas décadas.
Y es que Alfa Romeo es una firma histórica, con más de 100 años a sus espaldas y un envidiable palmarés en competición, pues no en vano sus pilotos ganaron los primeros campeonatos del mundo de Fórmula 1, en los 50, y el mismísimo Enzo Ferrari había sido director deportivo de esta compañía antes de emprender su aventura en solitario y fabricar sus propios coches.
Alfa es una de las marcas más queridas e históricas de Italia, con modelos auténticamente espectaculares por su diseño y rendimiento en cada periodo concreto que, sin embargo, lleva tiempo atravesando una crisis de identidad, con una gama exigua en la que se echa en falta la arrolladora personalidad que la caracterizó antaño.El 4C abre un nuevo capítulo en la historia de Alfa Romeo. Para vincularlo claramente con el pasado, la presentación internacional está teniendo lugar en Balocco, un impresionante centro de pruebas con más de 80 kilómetros de pistas y 60 tipos de pavimento, inaugurado hace más de 50 años y donde se han desarrollado y puesto a punto desde entonces no sólo todos los modelos Alfa Romeo, sino buena parte de los del Grupo Fiat, incluyendo Maserati y Ferrari. El proyecto 4C nace en septiembre de 2010 como concept car y, unos meses más tarde, en el Salón del Automóvil de Ginebra, se da luz verde a su producción tras la entusiasta acogida que tuvo. Dos años más tarde, en marzo de 2013 y en esta misma muestra automovilística, se pone a la venta en Europa una primera serie especial de 500 unidades, denominada Launch Edition, para la que unos días después ya había 1.000 pedidos.
Estos primeros ejemplares, que se empezarán a entregar en octubre a un precio de 62.000 euros, tienen un equipamiento único y van unidos a un programa de actividades muy exclusivo para sus clientes, entre los que se incluyen cursos avanzados de conducción y eventos relacionados con la Fórmula 1.
Tecnología punta
Ese vínculo con la categoría reina del automovilismo no es casualidad. El nuevo Alfa está construido empleando métodos de producción muy avanzados y sofisticados materiales, muchos de ellos procedentes de la Fórmula 1. Se fabrica en Módena, en la planta de Maserati, donde gran parte del proceso está hecho de forma artesanal, lo que lleva a que se tarde aproximadamente tres semanas en terminar cada unidad. La ligereza era uno de los objetivos clave y casi el 50% del peso total del vehículo proviene de sus componentes de aluminio (38%) y de fibra de carbono (10%). El chasis monocasco, que rodea la célula del habitáculo, es de fibra de carbono y sólo pesa 65 kilos, mientras que los bastidores delantero y trasero están hechos de aluminio, igual que la jaula de refuerzo del techo.Por su parte, los paragolpes y guardabarros se forman con poliuretano inyectado (un 20% más ligero que el acero) y para la carrocería también se ha utilizado un material composite denominado SMC, con una resistencia muy alta y una baja densidad. El resultado, un biplaza de casi cuatro metros de longitud que apenas pesa 895 kilos. El resto de las características técnicas siguen la misma tónica de vanguardia. El motor únicamente comparte las medidas del bloque con el usado en el Giulietta Quadrifoglio Verde, pero en el caso del 4C es todo de aluminio, lo que supone reducir el peso en nada menos que 22 kilos. Con 1.750 centímetros cúbicos de cilindrada, colectores específicos de admisión y escape, inyección directa de gasolina, sistema de apertura de válvulas variable y turbo con un mecanismo de respuesta inmediata, este propulsor desarrolla 240 caballos de potencia y tiene un par máximo de 350 Nm, que se mantiene constante desde las 2.100 a las 4.000 revoluciones, además de disponer del 80% de esa cifra ya a 1.800 rpm. Su respuesta es brillante a cualquier régimen, algo a lo que sin duda contribuye la caja de cambios TCT de doble embrague y seis velocidades, una transmisión utilizada en otros modelos, pero que en éste cuenta con un software más avanzado para minimizar los tiempos en el paso de una a otra marcha. Con el acelerador pisado a fondo ese lapso es de 130 milisegundos. El cambio se puede emplear en modo automático o manual, a través de pequeñas levas unidas al volante.
Completan el conjunto, más cercano a lo que se ve en un coche de competición que en un turismo de calle, unas elaboradas y eficaces suspensiones, de doble triángulo en el eje delantero y con una configuración McPherson en el trasero, además de potentes y ligeros frenos, en los que se combina el aluminio y el acero para «ahorrar» 2 kilos en cada disco. Los de delante son autoventilados y perforados, y las pinzas empleadas son Brembo.
Prestaciones sobresalientes: Antes de analizar el comportamiento dinámico del Alfa 4C conviene destacar algunas cifras que nos ponen en la pista del auténtico deportivo que tenemos entre manos. Su relación peso/potencia es de 3,73 kg/CV, acelera de 0 a 100 km/h en 4,5 segundos, alcanza los 258 km/h y frena de 100 a 0 km/h en 35 metros.
Con todo este bagaje de información técnica nos dirigimos al coche para comprobar de verdad en qué se traduce tanta tecnología. Lo primero que llama la atención al acercarte es su diseño, absolutamente personal y con enormes reminiscencias de ese glorioso pasado al que hacíamos referencia. De hecho, hay grandes similitudes con una de las joyas clásicas de la marca, el 33 Stradale de 1967. Las líneas del 4C no son nada convencionales y el diseño de cada elemento está sueditado a la función que debe desempeñar. La máxima eficiencia aerodinámica, unida a la necesaria canalización del aire para refrigerar los componentes mecánicos, estuvieron en el punto de mira durante las más de 200.000 horas de túnel de viento y pruebas en pista, hasta conseguir un coeficiente Cx de 0,34, combinado con una carga aerodinámica óptima para mantener la estabilidad en todo momento.
En el interior domina el minimalismo y todo está orientado a disfrutar de la conducción. De hecho,el asiento del acompañante se ha colocado en la posición que se estima más adecuada y ni siquiera puede regularse. Pocos botones en la consola central, los imprescindibles, y un pequeño cuatro de instrumentos digital con la información clave. Es un habitáculo que recuerda mucho al de un coche de competición, sin detalles superfluos y con acabados funcionales, nada de materiales lujosos ni mullidos que impresionen; de nuevo, el peso manda. Una vez sentados comprobamos que la postura al volante es perfecta, aunque en mi caso concreto eché de menos que se pudiera elevar la parte delantera de la banqueta para sujetar bien las piernas. Y, por afinar más, tampoco el volante me pareció lo más adecuado pues, aunque las dimensiones son correctas, tiene distintos tipos de grosor en cada zona yuna parte inferior achatada que no resulta cómoda cuando hay que mover las manos. Las levas más grandes y fijas en la columna de dirección también hubieran sido más apropiadas para el carácter radicalmente deportico del nuevo Alfa. Sin embargo, todos esos matices mejorables pasan a un muy segundo plano cuando nos ponemos en marcha y empezamos a exprimir las posibilidades del coche. En la primera vuelta al circuito de Balocco nos sorprendió lo rápido que uno se adapta a él y lo fácil que resulta su conducción, incluso a un ritmo que se podría calificar «casi de carreras». La agilidad es una de sus virtudes sobresalientes, gracias entre otras cosas a ese bajo peso al que hacíamos antes referencia, a un perfecto reparto del mismo entre los ejes (40% delante/60% detrás) y a un centro de gravedad muy bajo. La dirección es mecánica y carece de asistencia, a pesar de lo cual se maneja sin esfuerzo, y su respuesta inmediata hace que transmita mucha confianza.
En carretera es diferente, pues al ser tan directa e ir unida a neumáticos de perfil muy bajo el coche va siguiendo continuamente las ondulaciones del asfalto y no permite la más mínima distracción. Por cierto, las llantas y los neumáticos tienen distintas medidas en cada eje, con más tamaño detrás para sujetar bien los coletazos propios de un modelo con motor central y tracción trasera.
Como es tradicional en Alfa, el 4C también va equipado con el sistema DNA, que permite ajustar los parámetros de la conducción en tres modos: para baja adherencia, para uso normal o para un comportamiento más dinámico. A este coche se le ha añadido una cuarta opción, denominada RACE, en la que se desconectan por completo el control de tracción y estabilidad, para dejar libertad al conductor y permitirle saborear todos los placeres de llevar el vehículo al límite sin que ningún sistema intervenga en nuestras decisiones.Esta alternativa la probamos en el circuito y nos reafirmó en lo noble y eficaz que es el comportamiento del Alfa 4C, que entra bien en las curvas, incluidas las más cerradas, y sale deslizando de atrás de una manera progresiva y natural que ayuda en la aceleración y se corrige bien con el volante. Aun así, en el modo dynamic la diversión está asegurada, pues también facilita unos ligeros coletazos antes de que el ESP actúe.
Marcela Fittipaldi
Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial
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