Lo nuevo de Julieta Venegas

Dice Julieta Venegas que éstos son tiempos oscuros. Sobre todo en México, su país. Y también dice que ha sido inevitable que esa oscuridad se cuele en su nuevo disco (el séptimo de su carrera), que ha producido ella misma junto a Yamil Rezc (de la banda de dream pop shoegazer Hello Seahorse) y en el que colaboran Rubén Albarrán (de Café Tacvba) y la rapera francochilena Anita Tijoux.

Los momentos es un disco que se aleja a pasos agigantados del sonriente Limón y sal (2006) y del resto de su producción, y se interna en túneles construidos a base de desacomplejado electropop de curioso, aunque indudable, atractivo (Verte otra vez y, sobre todo, Nada importante), reflexiones al piano (Volver a empezar), preguntas al acordeón (¿Por qué?) que son, por su placidez bien entendida y por su intento de reconciliación, el mejor punto de partida a la otra cara del álbum, aquella que representa (como centro de gravedad incuestionable) Los momentos, suerte de doloroso bolero pop que dispara a la cantautora a una nueva -y no sólo preferible sino decididamente fascinante- dirección.

El álbum es un disco en blanco y negro (como su portada), de borrones (o Venegas tratando de colarse en la pista de baile: Tuve para dar) y dubitativos trazos a lápiz (Hoy), que ha intentado desaprender todo lo aprendido por el camino (dilapida Venegas el sonido Venegas, el sonido de Otra cosa, su cuidado ranchero pop juguetón y apetecible), y lo ha conseguido. Aunque la épica (a su manera) de Un poco de paz trate de reconstruir su viejo yo para darle una nueva forma (digamos más seria,menos vaporosa), se impone el sintetizado de aventura amorosa y sideral (Te vi).

La misma Julieta parece tratar de explicar su cambio de rumbo en el arranque (Hoy): «Hoy por primera vez veo con claridad», dice, y añade: «Tanto error, casi desaparecí». Y: «Hoy pediré perdón y agradeceré todo mi pasado». México se ha vuelto un lugar más oscuro en los últimos tres años y Julieta ha decidido «luchar contra el miedo» poblando su música de aristas con aspecto de enorme nubarrón que la impiden brillar, como brilló, por momentos, en sus anteriores entregas.