El fantástico Mr. Tom Ford
08/04/2013
y desfilar por primera vez en
Dandy, meticuloso, obsesionado por el control, el orden y la belleza… El diseñador americano
es
uno de los grandes. Y ahora vive un momento dulce, tras ser padrey desfilar por primera vez en
londres.
Es media tarde en Londres y Tom Ford está en casa, vigilando un intercomunicador infantil. Alexander John Buckley Ford, nacido en octubre pasado, aún duerme, y su padre aprovecha para hacer esta entrevista. Ford siempre ha sido un hombre cortés, divertido y obsesionado por el control, tanto en la época en que diseñaba para Gucci o YSL, como desde que lanzó su propia marca en 2005. Quizá por eso, conceptos como vida doméstica, niños y pañales parecen estar en las antípodas de su mundo. Sin embargo, aquí está, a los 51 años, desplegando su faceta más paternal. Así que este encuentro tendrá que ser rápido.
Pero antes, una aclaración: Ford –o Mr. Ford como prefiere que le llamen ahora– no quiere hablar sobre su hijo. Ha prometido que Alexander no saldrá en la prensa “hasta que cumpla 18 años”. El diseñador y Richard Buckley, el periodista con el que comparte su vida desde hace 25 años, anunciaron que habían sido padres pocas semanas después de que el pequeño llegara al mundo, el 23 de septiembre de 2012. Alexander nació gracias a un vientre de alquiler en Estados Unidos. Sin embargo, Ford da algún detalle sobre el pequeño: “Sabemos que es demócrata, porque nos avisaron de que su madre se había puesto de parto la noche en que organizamos una cena para recaudar fondos para Obama con Anna Wintour. Estábamos en Londres, así que cogimos un avión y llegamos a tiempo para verle nacer”.
La capital británica es su cuartel general desde hace unos meses. El pasado otoño presentó allí su colección masculina, en lugar de hacerlo en Milán, y hace unas semanas celebró por primera vez un gran desfile para presentar su colección femenina en la London Fashion Week. Hasta ahora, sus presentaciones habían sido privadas y sin fotógrafos. Lleva haciendo pases de su marca desde 2010, pero solo unos pocos tenían el privilegio de ver sus creaciones antes de que el propio diseñador fotografiara y colgara las imágenes en su web.
Desde que presentó su primera colección femenina en su tienda de Nueva York –con Lauren Hutton, Julianne Moore, Beyoncé, Stella Tennant y alguna amiga más en la pasarela– no había organizado ningún desfile. Pero en Londres, “hemos hecho uno para casi 1.000 personas, con fotógrafos, blogueros… un desfile normal. Tengo 100 tiendas en todo el mundo y no puedo darles servicio sin mostrar mis creaciones en la pasarela. Así que tengo que aceptarlo”, reconoce.
Orden y control
La pasión anglófila del diseñador norteamericano no es nueva. “Crecí en el ambiente más “preppy” que hayas visto. En realidad, lo “preppy” es la versión americana del estilo inglés,ese que Ralph Lauren tomó, limpió y vendió al mundo. Me refiero al tweed, a las camisas de Brooks Brothers, a los suéters y a los mocasines con borlas. Eso es lo que yo llevaba cuando conocí a Richard en 1986”. Por aquel entonces Buckley, que tiene ahora 64 años, era director del GQ americano; mientras que Ford comenzaba en el mundo de la moda como asistente de diseño.
Ford es puntilloso y tiene “hipersensibilidad visual” a casi cualquier cosa, incluso a la gente con la que se cruza o las habitaciones en las que se encuentra. Para él, es una tortura sobre la que a veces bromea. Cuando le entrevisté en una suite decorada con papel de florecitas amarillas en el Hotel Carlyle de Nueva York, en 2010, comenzó a quejarse sobre lo que le molestaba la televisión de plasma que solo veía con el rabillo del ojo. “Es demasiado negra para esta habitación y eso me saca de quicio porque atrae mi atención –gritó, retorciéndose agónicamente–. Me desequilibra”. “¿Le invaden esos pensamientos a menudo?”, pregunto. “Todo el tiempo. A cada momento, mire a lo que mire”, responde. Esa necesidad de orden y control le acompañan en todo lo que toca. Por ejemplo, dice que sus armarios tienen que estar ordenados para que se puedan fotografiar en cualquier momento.
Un plan a 10 años
Pero el control extremo no es el único rasgo relevante de su personalidad. Otro más: le encanta hacer comentarios exagerados sobre sí mismo. Richard Buckley, su pareja, ha aprendido a no subestimarlos. En su primera cita, aquel diseñador en prácticas de 25 años, le contó que en 10 años estaría dirigiendo una marca europea. Ford lo consiguió solo en nueve. Y lo mismo ocurrió con el bebé: en 1996, con 36 años y en pleno lanzamiento de su carrera en Gucci, ya hablaba de lomucho que deseaba tener un hijo.
Entonces, casi nadie podía pensar que un gay pudiese tener hijos, incluso aunque tuviese una relación asentada. Ahora ha demostrado que su deseo de ser padre era sincero. Ahora está preparado. Atrás han quedado los días salvajes, la desmesura de los años en los que tenía que ser el número 1. Y atrás quedó también un derrumbe personal que no figuraba en ese plan a 10 años que había construido para sí mismo.
Pero volvamos a los trajes
El diseñador dice que empezó a hacer ropa de hombre con su propia marca porque, después de dejar el grupo Gucci en 2004 tras un enfrentamiento con su nuevo propietario (PPR), no tenía empleo y se estaba quedando sin ropa. “Literalmente, no encontraba la ropa que quería ponerme. Fui a Anderson & Sheppard, en Savile Row, en Londres, que es un lugar extraordinario, pero los trajes me daban dolor de espalda. Las sastrerías de Savile Row tienen tradición militar. Y si les pedía algo diferente, me decían: “Umm, aquí no hacemos eso, señor”.
Así que empezó a diseñar lo que quería llevar: un look tradicional, con sastrería entallada pero ligera. “Me lo probaba todo. Siempre intento que el hombre parezca lo más delgado, alto y fuerte posible. Tengo un cuerpo perfecto para ser modelo de producción. Soy una talla 48 perfecta.Tengo un cuerpo más fornido de lo que la gente cree. Soy un hombre de los 80, así que tengo bíceps y tríceps”, dice riendo. Bradley Cooper, Justin Timberlake, Hugh Jackman y hasta Daniel Craig encarnando a James Bond en Skyfall, visten sus trajes.
Con la mirada en Europa
Ford nació en Austin, Texas, y sus padres eran agentes inmobiliarios. Luego su familia se mudó a Nuevo México, y allí fue al instituto, antes de estudiar Arquitectura, actuar en anuncios ymarcharse a Nueva York para dedicarse a la moda. Pero Europa siempre ha tenido sobre él un poderoso influjo, y la capital británica, especialmente. “En la temporada 96-97, estando al frente de Gucci, vivía en Milán y trabajaba en Florencia, pero cuando miraba el estudio pensaba: “Todos son ingleses, mudémonos a Londres”. Así que se marchó allí con su equipo de diseño.
Él no dejaba de viajar a Milán, París y Florencia, diseñaba las colecciones masculina y femenina de Gucci y de YSL; provocaba escándalos eróticos en sus anuncios e inventaba los diseños para la alfombra roja, mientras se convertía en uno de los grandes de la moda.Además, gracias a él, el sector se reconfiguraba: Alexander McQueen, Stella McCartney y Nicolas Ghesquière de Balenciaga firmaron en el año 2000 con el grupo Gucci, que también adquirió Yves Saint Laurent.
La caída
Aún así, intentaba evadirse. “Me lo pasaba muy bien en Londres”, recuerda. ¿Cómo? “Saliendo a tomar algo, a bailar…”. Lo malo fue que ese estilo de vida acabó perjudicando su trabajo. Vista desde ahora, la marca italiana se había convertido en el reflejo de la vida hedonista que representaba la burbuja financiera de la City londinense a principios del siglo XXI. Hasta que, poco tiempo después, todo comenzó a ir mal. En 2004, Ford y su consejero delegado, Domenico de Sole, salían de Gucci. Y el mundo de la moda quedó conmocionado al comprobar que eso podía ocurrirle a alguien con fama y poder.
La noche en que acabó el reinado de Ford, se celebró una fiesta tras el desfile final del Gucci en Milán. Hubo cuchilladas y lamentos, bebida y baile. Ford deambulaba, diciendo adiós con una gardenia en el ojal, en una imagen casi cinematográfica. “Ninguna flor es perfecta –dijo–, y yo no podía soportarlo”. Así que había corregido todas las gardenias, dando forma a cada pétalo con unas tijeras. En una noche como aquella, ¿cómo podía pensar en eso? Dandy hasta el extremo, con un extraordinario poder de control sobre su imagen, había escenificado su salida hasta el último detalle.
Cuando lanzó su colección femenina, cinco años más tarde, dijo: “Mis valores estaban en el sitio equivocado. Estaba tan obsesionado con tener éxito y hacer dinero, y asegurarme de que la compañía ganara para que cada trimestre nuestras acciones se revalorizasen, que perdí de vista lo que más amaba: hacer cosas. No me di cuenta hasta que lo dejé. Pero me deprimí más aúndespués, cuando sentí que no tenía voz ni identidad. No tenía ningún motivo para levantarme por las mañanas, más allá de jugar al tenis”.
Todo eso pasó
Ford dejó de beber y en 2005 ya estaba dispuesto a crear su marca utilizando su propio dinero, una diferencia abismal respecto a presidir un conglomerado que cotiza en la Bolsa. Posiblemente, el extremo perfeccionismo de Ford fue lo que le salvó. En lugar de convertirse en un señor trajeado en una sala de juntas, decidió crear una marca y trabajar personalmente en todo lo necesario para ponerla en marcha: incluso se convirtió en fotógrafo y editor de vídeo y puso su cara en los anuncios de perfume y maquillajes.
Pero si algo le ayudó a recomponerse fue dirigir la película ‘A single man’, en 2009. Y quizá también ese filme le llevó a dar el siguiente paso en su vida. “Mi alma está en esa película”, dijo en el estreno. El guión, escrito por Ford, está basado en una historia de Christopher Isherwood sobre un meticuloso profesor universitario con tendencias suicidas. “Había escenas sacadas de nuestras vidas: mi hermana, mi madre, las emociones, la manera en que me sentía en ese momento. No sé si me importaba vivir o morir. ¿Dónde estaba la belleza del mundo? Deseaba descubrir la belleza, tener una revelación. He vivido momentos en los que el tiempo se para y pienso: “Esto está bien”. Y, efectivamente, así debió de ser, porque obtuvo una nominación a los Óscar para su protagonista, Colin Fith, y numerosos premios. Y también ha estado bien para su vida: ahora es un padre feliz y asentado, con una vida familiar feliz y asentada, una vida que quiere disfrutar.
El reto de criar a un hijo
Y esa nueva vida está en Londres. “Paso aquí solo 180 días al año, pero me encanta el humor, la formalidad, los modales y la irreverencia británica. No puedo soportar que, en un restaurante en Los Ángeles, una chica me diga; “Hola Tom, soy Susan. El plato del día es…”. Quiero decirle: “No, perdone. Llámeme señor Ford”. Y aún hay más: no cree que la “escala de valores” de Los Ángeles sea adecuada para los niños. “Estoy chapado a la antigua –dice–. Cuando era pequeño aprendí a decir señor y señora, y quiero eso para mi hijo”. Sin embargo, hay un riesgo: todo depende de que los desfiles que ha celebrado hace unas semanas hayan sido capaces de llamar la atención de la prensa y los clientes. “Espero que Londres funcione, porque mi sueño es criar a mi hijo allí”, concluye.
Marcela Fittipaldi
Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial
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