Rock and roll a la italiana
25/02/2013
Donatella Versace coincide con Fausto Puglisi en la inspiración punk
– Puglisi es la última sensación de Milán
– Ha sido la cara maximalista de la oscura sexualidad de Gucci y Prada
«Qué bestia está Donatella, ¿no?«. Esto es lo primero que oí al terminar la colección que Versace presentó anoche. Al principio, por la decoración –el palazzo de Via Gesù estaba forrado de blanco–, parecía que nos servirían un plato minimal. Pero cuando aparecieron los dos primeros bodies de vinilo, combinados con abrigos largos de corte militar, quedó claro que la receta tenía más salsa picante que tofu hervido.
Tachuelas, lamé, collares de perro, cuchillas de afeitar, tartán y ocasionales golpes de color; faldas tableadas cortas y con aberturas, vestidos asimétricos drapeados, piezas de sastrería en charol… Hablar de Versace y punk glamouroso suena familiar pero, como sabe cualquiera que se acuerde del vestido de imperdibles de Liz Hurley, también es parte de su ADN.
Fausto Puglisi, el discípulo aventajado del maximalismo italiano, se acuerda perfectamente. Y lleva varias temporadas revisitando el cuero con pedrería, las hebillas doradas, las líneas gráficas… Incluso, también, el punk. Puglisi colocó a sus chicas en un cuadro viviente, iluminado por una intensa luz roja, que pretendía enfatizar su idea «hard-rock»: mientras la prensa esperaba que una modelo vestida con una bomber con mangas de cuero y minifalda escocesa fuera sustituida por otra con un vestido largo, blanco y con aberturas, el diseñador atendía a las cámaras de televisión. Cosas de ser el último it-boy de Milán.
Es irónico que maestra y discípulo compartan fuentes de inspiración, porque de momento no parecen destinados a encontrarse. Donatella está muy ocupada buscando entre los talentos de la moda inglesa (el más reciente, J.W. Anderson) y Puglisi debuta el mes que viene al frente de Ungaro, además de rifarse a todas las celebrities que importan. Por lo visto, una de las chaquetas perfecto con la espalda cuajada de pedrería ya tiene dueño: Kanye West.
El sexo es una historia recurrente esta semana en Milán. Prada lo sugirió el jueves con sus años 50 vestidos-desvestidos, y Gucci lo subrayó un día antes inspirándose en el fetichismo pop de Allen Jones. Hasta aquí, todo muy cerebral. Pero ayer, en el showroom de Gucci, mirando de cerca los últimos looks, lo vi claro: la clave no está en ‘Cincuenta sombras de Gray’ ni en ‘Historia de O’ ni en el marqués de Sade. Esos magníficos vestidos transparentes, decorados con plumas de pavo real, con cristales y cuentas formando arabescos estratégicamente situados… ¿Se acuerdan de Bob Mackie, que vistió a Cher en sus mejores apariciones de los Oscars? Ese genio festivo que no le tiene miedo al escote, al brillo o al tocado. Pues era muy Bob Mackie. Pero tranquilizado, refinado y listo para la noche del domingo.
Marcela Fittipaldi
Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial
Anterior
Una Mirada al Milán Fashion Week
Más recientes