Actualidad

Tiempo de oportunidades

Por Marcela Fittipaldi

Editorial Abril fue fundada por por Alberto Levi, Leone Amati, Manuel Diena, Pablo Terni y César Civita, con la ayuda de Boris Spivacow -primer gerente general de Eudeba (Editorial Universitaria de Buenos Aires), que bajo su gestión se convirtió en una de las editoriales más importantes de Buenos Aires y del mundo-. Publicaron por primera vez en la Argentina las historietas de Disney.

El emblemático edificio de Alem 896 era el lugar de encuentro de periodistas, escritores, intelectuales que daban vida a revistas de interés general como «Siete Días» (noticias), «Panorama» (interés general), «Parabrisas» (automóvil), «Corsa» (automovilismo), «Radiolandia 2000» (interés general y actualidad), «Antena» (espectáculos), «TV Guía» (espectáculos), «Adán» (para hombres), «Claudia», «Claudia Casa», «Maniquí», «Nocturno» y «Contigo» (para mujeres).

Antes de incorporarme a la revista Claudia fui secretaria de Osvaldo Andrés, mano derecha de Don César, quien estaba a cargo de la distribución nacional e internacional de las publicaciones y hombre clave a la hora de dialogar con los gráficos en el taller. El 6to. Piso era donde tenían sus despachos las autoridades de la Editorial. Todos los días se presenciaba un ritual de llegada. Raúl Burzaco -a cargo del sector Editorial-, Osvaldo Andrés y Alberto Levi -todo un personaje-. Bajito, flaco, flaquísimo. Si llegaba de mal humor “poca miseria” era su frase de alerta para todos. Pero, cuando solucionaba el inconveniente, se acercaba te daba un beso y palmeaba tu cara. Luego llegaría Mateo, chofer de Civita, que traía la jaula con el mirlo, mascota de “il papo” como la llamaba su secretaria Paulina quien ya se encontraba detrás de esa puerta con vidrio polarizado junto con René secretaria de Carlos Civita. A continuación llegaba el señor que quien con una voz ronca y gran acento italiano decía “buenos días”. El Dr. Zabala, encargado de los asuntos legales, junto con su asistente el Dr. Rendo tenían sus despachos un poco más alejados en el mismo piso. Y así empezaba el día. Paulina entrando y saliendo por esa emblemática puerta, vestida con sus vestidos Gucci, convocando a reuniones, almuerzos en el roof garden ubicado en el piso 12, haciendo consultas.  El rol de las mujeres en la editorial era tan importante como el de los hombres.

La revista Claudia era mi objetivo. Pero había que esperar una oportunidad. Mientras tanto, tal vez sin darme cuenta, conocía a los hombres que dirigían la editorial que hizo historia dentro del mundo del periodismo.

Era habitual verlo a Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido bajo el pseudónimo de Quino, con humildad y timidez. Tita Merello con su perro Corbata. Me habían advertido que si ella esperaba el ascensor nadie tenía que subir ni mirarla a la cara. Siempre quería hacerlo sola. Iba al 4to. Piso donde se encontraba la revista Nocturno donde ella colaboraba. Un día “fatídicamente” coincidí con ella a la espera del ascensor. Se abre la puerta, ingresa y dice tajante “subí”. Lo hice con cierto temor, nunca la miré y cuando llegó a destino, no se dio vuelta pero deslizó “buen día”. No lo podía creer!!!! Todos me decían: fuiste una elegida.

En planta baja donde se encontraban las recepcionistas pasaba a visitar todos los días el Chiquilín de Bachín, a quien Horacio Ferrer lo conoció en “Bachín”, restaurante en Sarmiento y Montevideo, y le dedicó la letra de un tango. Era un lustrabotas que durante el día estaba en la avenida Alem y abría puertas de los taxis por unas monedas. También, al comisario Urricelqui, encargado de la seguridad, quien les recitaba los poemas que había compuesto la noche anterior. Todo un personaje querible.

Stefan Strocen pintor, escultor, serigrafista, grabador y diseñador argentino estaba a cargo del departamento de Arte.

Editorial Abril otorgó un rol fundamental a los fotógrafos al permitirles un espacio de libertad para la experimentación, como fue el caso de Los Sueños de Grete Stern – críticos y sarcásticos, sagaces y divertidos, la serie de fotomontajes expresaron la mirada feminista sobre los estereotipos de la mujer-, las tapas de Annemarie Heinrich o las fotonovelas de George Friedman. Pablo Alonso, Jorge Aguirre, Eduardo Comesaña, George Friedman, Annemarie Heinrich, Sameer Makarius, Grete Stern, Francisco Vera, Sivul Wilensky, junto a fotógrafos internacionales como Robert Capa, Cecil Beaton, Terry O’Neill, Helmut Newton y Tazio Sechiaroli.

Eduardo Maschwitz, Ricardo Cámara, Jorge Lozano, Jorge Luis Bernetti, Ana Basualdo, Fernando Lascano, los escritores y críticos culturales Ernesto Schoo, Rodolfo Rabanal, Marcelo Pichón Rivière, el antropólogo y crítico literario Miguel Ángel Bustos, la musicóloga Pola Suárez Urtubey, el periodista parlamentario Marcos Diskin, el escritor y crítico cinematográfico Néstor Tirri, los humoristas gráficos Lino Palacio (Flax), Joaquín Lavado (Quino), Roberto Fontanarrosa. Los periodistas como Germán Sopeña, Carlos Figueras, Carlos Fresco, Héctor Cademartori, Mario Ceretti o quienes se ocupaban de otras tareas como Soler Caminos, Capanegra, Juan Javier Comesaña, entre tantos otros que me los cruzaba por las redacciones.

Y llegó el día en donde Osvaldo Andrés se fue a vivir a España para continuar con la expansión de la Editorial. Y al día siguiente comencé a formar parte de la redacción de la revista Claudia. No era solo de moda. Cuentos de prestigiosos autores, notas y entrevistas a personajes famosos, y donde Oriana Fallaci era el modelo de periodista femenina. El “estilo Claudia” buscaba combinar el saber vestirse con la cultura. Jeanne Moreau, Brigitte Bardot y Geraldine Chaplin se volvieron por ello representativas del estilo de la revista.

Mina Civita logró la colaboración de escritores italianos de renombre como Giuseppe Marotta, Alberto Moravia, Italo Calvino, Dino Buzzati y de otros intelectuales europeos, norteamericanos y argentinos (como Cortázar, Somerset Maugham) en la sección «Las grandes firmas».

Cuando Franca, asistente de Mina, dejó el trabajo de la revista para dedicarse a su agencia de publicidad entró a colaborar otra italiana, Paola Ravenna, llegada a la Argentina. Ella inauguró como vicedirectora (el otro vicedirector era Eduardo Guibourg quien solía comentar «yo trabajo en la Editorial Abril era como decir ahora yo trabajo en el New York Times».) la época más brillante de Claudia. Periodistas como Mario Cueva, Leda Orellano, Cecilia Gelbstein, Raúl Aubele, Martha Mc Gough de Olaso, Cecilia Absatz, Hector Zimmerman aportaban su profesionalismo y eran generosos en guiar mis primeros pasos. Estar en la redacción era una fiesta donde me transmitían el «estilo Claudia», «optimista, colorido y sobrio». La psicóloga Eva Giberti colaboraba sobre los problemas de la juventud y de la infancia. Los temas de las nuevas generaciones. Claudia exhibía una combinación de apertura mental, «moderado feminismo» y «buen gusto».

En el Roof Garden se realizaban debates que estaban integrado por: la periodista Adriana Civita – la hija mayor de Cesare-, el psicoanalista Mauricio Abadi, la escritora Beatriz Guido, el actor Eduardo Bergara -con quien tenía una relación muy linda-, el humorista Quino, la actriz Cipe Lincovsky y el psicoanalista Eduardo Pavlosky.

Mina Civita era una mujer muy culta y favoreció el encuentro entre la revista de moda y el fermento cultural de la época que tenía en el Centro de Arte del Instituto Di Tella.

A pesar de la buena voluntad de la dirección de la revista femenina de elegir en el 1974 como «mujer del año» a Isabel Perón, admitió que una época se había terminado y al poco tiempo Cesare Civita, amenazado de muerte por la Triple A, abandonó la Argentina y vendió la Editorial.

Y ya nada fue igual. Pero… quien me quita esos años que me formaron con semejantes referentes de las mejores plumas en este oficio o profesión. Gracias Editorial Abril, siempre en mí.

Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial

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