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De campesino a emperador del lujo

El magnate francés del lujo François Pinault confiesa que dejó los estudios por despecho, decidido a hacer algo grande en la vida. Tras ceder el mando del conglomerado Kering, se dedica a coleccionar arte contemporáneo. Ahora lo exhibe en Mónaco.
Es el perfecto paradigma de hombre hecho a sí mismo. Les costará creerlo pero los datos y sus declaraciones me avalan: el propietario del segundo mayor grupo en el mercado del lujo nació de padres campesinos en la Bretaña francesa y dejó el colegio acomplejado por ser el «paleto» (sic) de la clase en el internado religioso donde sus buenos progenitores quisieron darle un futuro. Y fue esta rabia, asegura ahora, lo que conminó al adolescente François Pinault (Rennes, 21 de agosto de 1936) a trazarse un camino inequívoco hacia la gloria. «Me sentía muy incómodo entre aquellos hijos de notables que me despreciaban y humillaban porque era un niño campesino», afirma. «No puedo olvidar aquella herida, pero no dejo que me desestabilice: trazo mi propio camino», dice.
Nada fortuito su camino. A los 15 años, «humillado por las bromas de mis compañeros», dejó los estudios. Primero ayudó a su padre en las tareas agrícolas, pero poco después, dispuesto a labrarse otro destino, se alistó en el ejército y fue enviado a la guerra de Argelia, donde su comportamiento no fue nada ejemplar para la disciplina militar. A su regreso, fallecido el padre, vende la madera de las tierras, pide un préstamo a su propia familia y monta su primer negocio, una industria precisamente maderera en el mismo Rennes. Era el año 1962, sus miras fueron ampliando terreno hacia la exportación y la manufactura y, en 1988, aquel incipiente grupo Pinault entraba en bolsa. El resto, es pura empresa: adquirió compañías del sector farmacéutico para el mercado africano, de electrodomésticos, la Redoute o la prehistoria de la venta online, y finalmente, la empresa de productos culturales FNAC. En 1999, con la adquisición del Grupo Gucci y la deportiva Puma, su holding, rebautizado PPR y hoy Kering, era ya el tercero en el mercado del lujo. Pero sus negocios no se detienen ahí, el grupo familiar Artémis controla además la casa de subastas Christie’s, un equipo de fútbol, el semanario Le Point, el teatro Marigny de París y posee una de las más importantes colecciones de arte de todo el mundo, con base en el Palazzo Grassi (adquirido a los Agnelli) y la Punta della Dogana, ambos en Venecia.
Lamentablemente, lejos de ser el paradigma del nuevo rico, es la rara avis a quien el dinero, en lugar de poder, ambición y malos modos, le ha proporcionado por encima de todo sensibilidad y buenas maneras. Sí, por extraño que resulte y gracias a que su fortuna le ha permitido cultivar una pasión oculta desde niño, pero que no tenía cabida en la cultura campesina familiar: el arte. «El contacto con el arte me ha llevado a cuestionarme, me ha impedido cerrarme en mis propias certidumbres, me ha incitado a rechazar el confort de lo habitual y me ha impelido a estar mucho más atento a la evolución del mundo». Así resumemonsieur Pinault su sensibilidad cotidiana.
Curioso también resulta que el gran empresario del lujo, pese a haber delegado ya y muy prematuramente (con apenas 67 años) en su hijo, no solo haya accedido a concedernos esta entrevista, coincidiendo con la inauguración de parte de su colección en el Grimaldi Forum de Mónaco a petición expresa del príncipe Alberto, bajo el título ArtLovers, historias de arte en la colección Pinault. Curioso es que además se muestra «encantado» de nuestro interés y recibe a Fuera de Serie como uno más de sus costosos invitados (Alberto II, Farah Pahlavi o Bernard Henri Levy; galeristas como Larry Gagosian o Maja Hoffmann, y artistas internacionales de la talla de Urs Fischer o Subodh Gupta). Monsieur Pinault viste un traje de tono oscuro, sobrio y elegante a su medida discreta y extremadamente educada, disimula apenas su enorme contento por lo espléndido de la convocatoria artística y deja resbalar gotas de un ácido sentido del humor.
¿Es ArtLovers en el fondo una exposición de sus más íntimos principios y sus valores morales últimos? No le he hecho la pregunta directamente, quizás haya sido un error, pero la respuesta se intuye entre líneas y me temo que es: sí. «El sueño de un coleccionista es desaparecer detrás de sus obras de arte».
PREGUNTA. Esta exposición, ¿es una mirada irónica y crítica a la Historia del Arte?RESPUESTA. Es un homenaje de los artistas contemporáneos a sus ilustres predecesores. No hay realmente una voluntad de revisitar la Historia del Arte, sino de proponer un recorrido que hace hincapié en cómo una obra puede contener otra, cómo un artista puede evocar a otro e incluso cómo una imagen puede ocultar otras. La evocación y alusión, el pastiche o la apropiación se transforman en materia de creación.
P. Monsieur Pinault, ¿dónde aprendió usted a amar el arte y por qué empezó a coleccionarlo? R. Procedo de un entorno modesto y de una región ruda, la Bretaña, donde el arte no formaba parte de lo cotidiano. En cierta forma, los bosques bretones, sus costas, sus paisajes graníticos han agudizado mi sensibilidad hacia lo extraordinario. Mi pasión fue tardía, pero sucedió hace ya mucho, unos 40 años, cuando la evolución de mis negocios me dio la posibilidad de viajar más y frecuentar museos y centros de arte. Y fue a base de ver exposiciones como se despertó en mí el deseo de tener una relación más personal e íntima con el arte. Podría decirse que el arte me atrapó.
P. ¿Es más una pasión o una obsesión? ¿Es usted más un artlover o un coleccionista compulsivo? R. Todo depende de lo que usted entienda por obsesión: en el sentido literal del término, no, no es una obsesión. En cambio sí me apasiona frecuentar el arte y a los artistas. El contacto con el arte me ha llevado a cuestionarme, me ha impedido cerrarme en mis propias certidumbres, me ha incitado a rechazar el confort de lo habitual y me ha impelido a estar mucho más atento a la evolución del mundo. El interés por el arte es algo que se alimenta y nutre continuamente, y nunca deja de crecer. Entonces, sí, puede decir de mí que soy un amante del arte, o un artlover, si prefiere.
SUS POSESIONES. Gucci. 3.600 mill. La marca pertenece a Kering desde 2004 cuando culminó la batalla para arrebatársela a LVMH.

P. He escuchado que su colección es algo así como un puzle de la Historia del Arte Contemporáneo. ¿Tal es su pretensión, escribir la Historia del Arte Contemporáneo? R. La motivación de un coleccionista no es escribir una historia, en todo caso no es la mía. El sueño de todo coleccionista es desaparecer detrás de sus obras de arte. Una colección de arte contemporáneo no puede limitarse a un universo cerrado, encorsetado a determinados estilos, fronteras histórica o técnicas predefinidas: es una realidad dinámica. La primera obra significativa que compré fue una tela de Sérusier que reproduce una granja: el personaje central me recordaba a mi abuela. Al principio, pensaba que la atracción era pues anecdótica, pero había algo más, y cuanto más la contemplaba, más descubría. Esta obra ha jugado un papel catalizador, porque después de su adquisición, mi vida ha estado jalonada de conmociones artísticas. Más tarde, en 1991, la adquisición de una obra de Mondrian me marcó profundamente. Al principio tuve una sensación de plenitud, pero enseguida se transformó en un vacío: aquello no era sino el principio de una aventura. Entendí que la creación nunca es algo acabado, que el arte tiene un presente y que en todo momento y a lo largo del mundo, los artistas están en un continuo y apasionado proceso de creación. Y fue esto lo que me conminó a coleccionar pintura, escultura, vídeos, fotografías… que corresponden a culturas y sensibilidades bien diferentes.
P. ¿Es cierto que es usted la única persona que ha visto íntegramente su colección? ¿Cuántas obras posee? R. Cuando se ama, no se cuenta. Pero en fin, sí, puedo decirle que la colección tiene unas 3.000 obras y que no, no soy el único que la conoce íntegramente. Pero sí soy la única persona que decide lo que adquiero.
P. El arte es emoción, placer, conocimiento… Pero ¿es también para usted una manera de invertir? R. Supongo que se refiere al rampante descontrol del mercado de arte contemporáneo. Es cierto que en algunos casos se producen pujas irracionales, pero desde un punto de vista histórico no existe un referente una en detrimento de otras. En cambio, lo que me parece fascinante de hoy en día es la fusión de ideas y la riqueza que resulta de ello. Además, el arte no conoce fronteras, su lenguaje es universal.
P. El mercado del lujo es prácticamente el único que ha continuado creciendo a lo largo de la recesión económica. ¿No revela este hecho una creciente brecha entre las diferentes clases sociales, sin remedio? R. El lujo no está en el origen de la desigualdad de clases sociales. Su mercado, es verdad, resiste mejor que otros sectores y se comporta mejor en épocas de crisis, pero le aseguro que prospera mucho más en periodos de crecimiento. A mi juicio, las desigualdades sociales son el resultado del período de transición que vivimos actualmente. Numerosos sectores de la actividad económica están en riesgo y algunos han desaparecido, mientras que otros emergen. Es un trago difícil el que estamos pasando. Los cambios tecnológicos van a un ritmo vertiginoso y nos obligan colectiva e individualmente a poner a prueba nuestra capacidad de alerta, reacción y adaptación. No es fácil, no.
P. Monsieur Pinault, abandonó usted los estudios antes ya del Bachillerato. ¿De dónde le vino principalmente su habilidad empresarial? R. Efectivamente, dejé la escuela muy pronto. Lo que estudiábamos no me interesaba en absoluto, de modo que me fui a trabajar con mi padre. En realidad quería vengarme de todos aquellos que me habían humillado en el internado, así que volví a casa con una gran determinación, decidido a hacer algo grande en la vida. Al poco tiempo creé mi propia empresa maderera.
P. Cuesta creer que se sintiera acomplejado entre sus compañeros. ¿Cómo a la larga aprendió a ser un líder, al frente de sus poderosos grupos empresariales? R. Trabajando mucho. Como le dije al principio, procedo de un entorno bien modesto: mis padres eran agricultores. De pronto me encontré interno en un colegio religioso frecuentado principalmente por hijos de gente notable, que mostraban un gran desprecio hacia un hijo de campesinos. Me consideraban un paleto y me hicieron sentir realmente incómodo. Además, me desagrada mucho la gente que por tener una buena posición socioeconómica se siente superior. No he olvidado aquella herida, pero nunca he dejado que me desestabilice: soy yo quien traza mi propio camino.
P. Monsieur Pinault, he leído en una entrevista que se considera «un minusválido del ocio y del tiempo libre», y que estuvo a punto de caer en una depresión cuando delegó el mando en su hijo. ¿Ha aprendido por fin a disfrutar del tiempo que pasa? R. ¿Es que realmente se puede disfrutar viendo pasar el tiempo? No, al contrario, yo desearía de todo corazón poder ralentizarlo.
Más información. kering.com y palazzograssi.it
* François Pinault gestiona su patrimonio a través de Artémis cuyos activos superan los 30.000 millones de euros. Su principal valor es Kering, que agrupa sus marcas de lujo y que en 2012 le reportó unos ingresos de 6.200 millones. Además, invierte en viñedos, arte, prensa…

Arte español, solo como inspiración

Hasta el 7 de septiembre, en el Grimaldi Forum de Mónaco, la exposición ArtLovers reúne casi 50 obras de la colección Pinault (más de un tercio nunca se había expuesto) de una treintena de artistas.
1. Jeff Koons. Corazón colgante (rojo/oro), 1994- 2006. Acero inoxidable con superficie de acabado de espejo y revestimiento de color. 291 x 280 x 101,5 cm.

ArtLovers, historias del arte en la colección Pinault es un inspirado recorrido por las obras de artistas contemporáneos que reinterpreta a los grandes maestros. De la mano de una nutrida nómina de consagrados artistas internacionales como Maurizio Cattelan, Jake & Dinos Chapman, Chen Zhen, Paul Fryer, Douglas Gordon, Damien Hirst, Jeff Koons, Subodh Gupta o Urs Fischer, se revisita la Historia del Arte desde el clasicismo hasta ayer mismo. Sorprende la intervención que los británicos hermanos Chapman hacen sobre una serie entera de Los caprichos de Goya, grabados sobre los que no solo actúan (lo cual ya pudiera parecer un sacrilegio), sino que además disponen en un panel componiendo la figura de un perro defecando. Por su maestría destaca también la reinterpretación de la Liebre joven de Durero, del chino Zeng Fanzhu. Pero como hispanos debiera dejarnos atónita la absoluta falta de arte español en esta muestra de la colección Pinault. Apenas el venezolano Javier Téllez cubre el arco en el recorrido, cuando son muchos y notables los artistas españoles que han destacado por la reinterpretación de clásicos, de Picasso a Barceló, o de Arroyo a José Manuel Ballester. Pero estos caprichos tiene no solo el comisariado de una exposición, sino el hecho de ser propietario de una colección de arte y poseer, además, la mayor casa de subastas artísticas del planeta, o sea Christie’s, lo que da opción libre al coleccionista para subir e incluso inflar el valor de determinados artistas hasta cotizaciones más allá de la realidad que, inopinadamente, solapan la maestría de otros coetáneos. El arte, pese a la afirmación de monsieur Pinault («invertir en arte es una equivocación»), puede llegar a ser un jugoso negocio dependiendo siempre de la ventaja con la que uno juegue, como ocurre en el mercado de valores bursátiles. Y en este sentido, sorprende también la profusión de nombres asiáticos en la muestra y en los fondos de la colección Pinault: China, India, ¿quién da más? Pocos mercados hoy pueden hacerlo. Más información: www.grimaldiforum.com
Alfombra roja. François-Henri Pinault, 52 años, con su esposa, la actriz Salma Hayek (47), en los Goya 2012.

Alfombra roja. François-Henri Pinault, 52 años, con su esposa, la actriz Salma Hayek (47), en los Goya 2012.

El heredero y las mujeres

De los tres hijos de François Pinault, el primogénito, François-Henri Pinault (28 de mayo de 1962), es quien acapara más atención mediática y no solo porque desde 2005 sustituye a su padre como presidente de su imperio de lujo Kering (hasta 2013 PPR –Pinault-Printemps-Redoute–), sino por los devaneos de su vida sentimental. Casado desde 2009 con la actriz mexicana Salma Hayek, con quien en 2007 tuvo a su hija Valentina, Pinault es padre, además, de François y Mathilde, fruto de su primer matrimonio con Dorothée Lepère, de quien se divorció en 2005. Su cuarto heredero es Augustin James, el hijo que Linda Evangelista tuvo en 2006 y que el multimillonario no reconoció hasta 2011, cuando la exm odelo presentó una demanda de paternidad que acabó en un acuerdo por el que Pinault asumía una pensión de manutención de unos 40.000 euros mensuales. LISTA FORBES: la familia Pinault es la tercera fortuna de Francia y ocupa el puesto 61 entre los más ricos del mundo. Su patrimonio se estima en 16.000 millones de euros.

Periodista.Editora marcelafittipaldi.com.ar. Ex-editora Revista Claudia, Revista Telva España, Diario La Nación, Diario Perfil y revistas femeninas de la editorial

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